UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO  
KAIRÓS, REVISTADE  
CIENCIAS ECONÓMICAS, JURÍDICAS Y ADMINISTRATIVAS  
Vol. 1 (2018), No. 1, Segundo Semestre (Julio-Diciembre), (40-53)  
ISSN No. 2631-2743  
LA DEMOCRACIA ESTÁ EN LOS DETALLES: APROXIMACIONES Y  
ACTUALIZACIÓN DEL DEBATE SOBRE LA RENDICIÓN DE CUENTAS  
DEMOCRACY IS IN THE DETAILS: APPROACHES AND UPDATE OF THE DEBATE ON THE ACCOUNTABILITY  
Alejandro Hernández-Luis1  
Resumen  
La rendición de cuentas es un valor fundamental para cualquier sistema político. En la actualidad es comprendida  
como una virtud y como un mecanismo para lograr varios elementos importantes de la gobernabilidad. Se  
entiende que los ciudadanos deben tener el derecho de saber qué acciones se han tomado en su nombre, así como  
también deben contar con los medios para tomar acciones correctivas cuando los funcionarios públicos actúan de  
manera ilegal, inmoral o injusta. Además, los ciudadanos deben tener la posibilidad de obtener una reparación o  
compensación cuando el Estado abusa de sus derechos o no reciben los beneficios públicos que les corresponden.  
En el presente trabajo se realiza una revisión de los principales abordajes de la rendición de cuentas que se han  
realizado en los últimos años, con el objetivo de hacerlos dialogar y analizar sus potencialidades dentro de la caja  
de herramientas de los sistemas políticos latinoamericanos.  
Palabras clave  
Estado, gobernabilidad, gobernanza, responsabilidad.  
Abstract  
Accountability is a fundamental value for any political system. Nowadays it is understood as a virtue and as a  
mechanism to achieve several important elements of governance. It is understood that citizens should have the  
right to know what actions have been taken in their name, as well as must have the means to take corrective actions  
when public officials act in an illegal, immoral or unfair manner. In addition, citizens should have the possibility of  
obtaining compensation when the State abuses their rights or does not receive the public benefits that correspond  
to them. In the present work, a review of the main approaches to the rendering of accounts that have been carried  
out in recent years is carried out, in order to make them discuss and analyze their potential within the toolbox of  
Latin American political systems.  
Keywords  
State, governability, governance, accountability.  
1
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Ecuador). Correo electrónico: oahernandezfl@flacso.edu.ec.  
Recibido 17 mayo 2018; Aceptado 10 julio 2018.  
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tradicionales (vertical burocrático, vertical electoral y  
horizontal de balance), ha generado la necesidad de  
plantearse nuevas formas de control e interacciones; y 2)  
la pérdida de polaridad de los conceptos representación  
y participación, ha provocado la articulación de sus  
lenguajes a través de procesos de innovación del control  
democrático.  
Introducción  
En la comprensión actual del sistema político, hay dos  
consensos que son de suma importancia. En primer  
lugar, se destaca que la mayor parte del mundo señala a la  
democracia como la forma de gobierno normativamente  
preferible; y en segundo, sobresale la existencia de un  
vínculo íntimo entre democracia y rendición de cuentas.  
En este escenario de globalización, calificar un caso  
específico como «democrático» o no, tiene consecuencias  
morales y prácticas muy concretas. Es por ello que muchos  
de los esfuerzos académicos de los últimos tiempos están  
dirigidos a precisar el alcance de ambos términos.  
Si bien es cierto que hay consenso generalizado sobre  
la rendición de cuentas como valor fundamental de la  
democracia, hay menos acuerdo sobre cómo se logra una  
rendición de cuentas efectiva. Es frecuente encontrarse,  
de esta manera, en el discurso político y en la literatura  
académica, además de con las metáforas espaciales  
clásicas de la ciencia política (vertical y horizontal), a un  
sinnúmero de recientes adjetivaciones; tales como: social,  
societal, transversal, diagonal, corporativa, inversa,  
retrospectiva, entre muchas otras.  
La democracia moderna se puede describir como una  
concatenación de relaciones entre ciudadanos y actores  
estatales; o dependiendo de la literatura: principal y  
agente o foro y actor (Olsen, 2017; Strom, 2000, 2003;  
Bovens, 2007, 2010). Las personas (principal o foro)  
en una democracia, han transferido su soberanía a  
representantes populares (agente, actor), quienes, a su vez,  
transfieren la redacción y aplicación de leyes y políticas,  
al Estado. Luego, los ministros, delegan la ejecución de  
sus tareas a los miles de servidores públicos de su cartera  
y, en ocasiones, estos también delegan parte de sus tareas  
a otras instituciones, más o menos independientes. Cada  
eslabón de esta cadena busca monitorear la ejecución de  
las tareas públicas delegadas llamando a rendir cuentas  
En el presente trabajo investigativo nos proponemos  
realizar una revisión de la evolución y estado actual del  
concepto «rendición de cuentas», así como intentaremos  
abordar las aproximaciones teóricas que consideramos de  
mayor utilidad en la comprensión de un término que se  
muestra, en ocasiones, esquivo y evasivo.  
Democracia: representación, participación  
y rendición de cuentas  
(
rendición de cuentas vertical burocrática).  
La democracia, entendida de manera general, significa,  
«gobierno de la gente». Este es un elemento común a todos  
losusosdelapalabradesdelaépocaclásica. Además, todos  
los usos del término presuponen también soberanía. De  
esta manera, un sistema político, por grande o pequeño  
que sea, debe disfrutar de cierto grado de autogobierno  
para que la democracia se realice (Coppedge et. al., 2011).  
Más allá de estos elementos básicos, no existe consenso  
sobre lo que significa la democracia. En ese sentido, no  
es objetivo de este trabajo intentar aportar otra – quizás  
estéril–definición. Al contrario, se propone la utilidad  
de reconocer la indeterminación del concepto y ver su  
contenido como un producto cambiante de un debate  
continuo y abierto; así como una lucha por ideales  
normativos y arreglos institucionales (Olsen, 2017).  
Al final de la cadena están los ciudadanos que,  
tradicionalmente, juzgan la conducta de los funcionarios  
públicos y manifiestan su descontento al votar por otros  
representantes populares (rendición de cuentas vertical  
electoral). Estas han sido las principales apuestas de  
control de la democracia representativa. Por otra parte,  
la tradición republicana, aportó el control del poder  
interestatal a través del sistema de pesos y contrapesos e  
instituciones de balance: ejecutivo, legislativo y judicial  
(
rendición de cuentas horizontal). Solo con la exposición  
de estos elementos básicos, es posible percatarse de  
que la rendición de cuentas es esencial para el proceso  
democrático; aunque también puede ser importante para  
otro tipo de sistema político.  
En los últimos tiempos se ha revitalizado el debate  
sobre la rendición de cuentas y ha ganado centralidad  
El debate sobre la democracia se ha intensificado y  
enriquecido desde la finalización de la Guerra Fría.  
Como explican Gurza e Isunza (2011), durante todo  
ese período las severas restricciones a los intentos de  
desarrollar críticas internas y teorías sustantivas de la  
nuevamente – este concepto. Esto ha tenido lugar, a  
nuestro criterio, por dos factores: 1) la poca efectividad  
que demostraron los mecanismos de rendición de cuentas  
Revista Kairós, Vol. (1) No. 1, pp. 40-53, Julio-Diciembre 2018, Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador - ISSN No. 2631-2743  
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democracia, congelaron también las posibilidades de un  
análisis plural. Esto llevó a afirmar a algunos sectores de  
la literatura académica, que el término «democracia»,  
había perdido su significado (Hanson, 1989). El fin  
de este conflicto y los procesos de democratización  
latinoamericanos de los últimos años del siglo XX,  
aportaron interesantes innovaciones institucionales que  
revitalizaron la discusión. De ahí que la democracia  
continúe siendo un término «esencialmente disputado»,  
sobre todo porque sus contenidos reflejan posiciones  
teóricas y metodológicas diversas, así como disímiles  
concepciones de la vida pública y proyectos de acción  
política (Monsiváis, 2015).  
ubicándolos en un registro analítico, que podemos  
identificar como «mixto». De esta forma, conceptos  
asociados al dialecto participativo tales como «sociedad  
civil», «movimientos sociales» y «ciudadanos», se han  
vuelto compatibles con «gobernanza», «transparencia»,  
«controles democráticos», «eficiencia» y «rendición de  
cuentas», más propios, tradicionalmente, del lenguaje  
representativo. Por supuesto esto no ha estado exento  
de críticas y sospechas, llegando a ser acusado este  
sincretismo de «conflictividad perversa» (Dagnino,  
2004) o «passepartout semánticos» (Cornwall y Coelho,  
2007). Sin embargo, coincidiendo con Gurza e Isunza  
(2011), consideramos que estas transformaciones han  
traído una ráfaga de aire fresco a la teoría democrática, al  
debate intelectual y a la formulación y disputa pública de  
demandas distributivas de los actores sociales.  
La falta de acuerdos sobre el significado de la democracia  
probablemente sea un problema que no tenga solución.  
La crítica interna actual ha situado en el centro de la  
discusión la necesidad de abordar el carácter ambiguo  
de los estándares y los principios fundacionales de la  
democracia e interpretarla como un concepto histórico,  
espacial y contextual; en lugar de como un concepto  
universal (Olsen, 2017). En este proceso, es interesante  
observar como la participación y la representación, dos  
términos que tradicionalmente se encontraban alineados  
a coordenadas opuestas, se han resignificado de modo  
recíproco y otros conceptos que antes eran aparentemente  
insustanciales para la crítica, como el de rendición de  
cuentas, comenzaron a ganar centralidad (Gurza e Isunza,  
En este marco, la incorporación de la idea de «rendición  
de cuentas», tanto en el debate sobre la pluralización  
de la representación, como en el campo de los estudios  
sobre participación, constituye un virtuoso intento en  
la promoción de nuevas estrategias conceptuales. Así, la  
rendición de cuentas se ha convertido, nuevamente, en  
una preocupación democrática fundamental (O´Donell,  
2007; Peruzzotti y Smulovitz, 2001; Bovens, 2007,  
2010; Peters, 2007; Olsen, 2017; Gurza e Isunza, 2010).  
Los arreglos de rendición de cuentas existentes fueron  
revisitados, cuestionados y se han propuesto otros  
nuevos. De aquí ha resultado un desafío interesante  
para la teoría de la rendición de cuentas, consistente en,  
explorar cómo las democracias enfrentan las tensiones  
entre concepciones múltiples, controvertidas y dinámicas  
de los estándares de control democrático.  
2011, 2015).  
Tradicionalmente la representación se encontraba  
relacionada con modelos electorales o minimalistas de la  
democracia, mientras que la participación, esencialmente  
criticó a los modelos representativos, realizaba propuestas  
democráticas más ambiciosas. Al finalizar la Guerra Fría  
comenzaron a desaparecer las condiciones históricas  
que provocaron esta polarización conceptual. En primer  
lugar, ocurre una disociación entre los conceptos de  
De esta manera se ha llegado a un acuerdo, bastante  
generalizado, sobre la necesidad de instituciones bien  
desarrolladas que garanticen el control democrático  
y que, por el contrario, la falta de relaciones y  
procesos efectivos de rendición de cuentas, socava la  
democracia (Olsen, 2017). Menos acuerdo hay sobre  
cómo se logra una rendición de cuentas efectiva y qué  
arreglos institucionales, pueden y deben usarse para  
responsabilizar a los titulares de los cargos; es decir, en  
qué medida y de qué manera, la rendición de cuentas  
depende de los entornos institucionales en los que se  
rinde cuentas y que procesos tienen lugar.  
gobierno representativo  
y representación política,  
incitada por procesos de pluralización democrática de  
la representación; haciéndola sensible, por lo tanto, a  
exigencias de legitimidad. En segundo lugar, el fin de la  
mencionada circunstancia histórica, también modificó  
el lugar de la participación en la crítica democrática.  
Expresión de ello, son las experiencias de innovación  
que han sido la fuerza motriz para la revisión de los  
postulados fundamentales de las teorías participativas  
(
Gurza e Isunza, 2011).  
Una actitud crítica está en el centro de la voluntad  
democrática y, los procesos de rendición de cuentas,  
proporcionan nuevas formas para interpretar, debatir  
y cambiar visiones del mundo, criterios normativos,  
La pérdida de polaridad entre ambos conceptos  
ha provocado una articulación de sus lenguajes,  
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distribuciones de autoridad y poder, responsabilidad y  
concepciones de roles e identidades legítimas.  
la sociedad civil o entidades internacionales.  
Histórica y semánticamente, la rendición de cuentas  
ha estado asociada a las palabras «responsabilidad» y  
Rendición de cuentas: historia y problemas  
actuales  
«
contabilidad» (en el sentido literal de contabilidad).  
El concepto contemporáneo ha podido rastrearse hasta  
el reinado de Guillermo I, en las décadas posteriores a  
la conquista normanda de Inglaterra (Bovens, 2010); es  
decir, unos siglos antes de la formación de los Estados  
modernos. En el año 1085, el rey exigió a todos los  
propietarios de su reino que rindieran cuentas de lo que  
poseían. Estas posesiones fueron evaluadas y enumeradas  
por agentes reales en los llamados «Libros Domesday».  
Estos libros enumeraban lo que estaba en el reino y  
recogían los juramentos de lealtad de los terratenientes  
a la corona. De esta manera, se generaba un efecto de  
reconocimiento por parte del rey, basado en el hecho de  
que los propietarios eran agentes autónomos que podían  
y estaban dispuestos a cumplir con la obligación moral  
de dar cuenta de sus acciones, siempre que se les pidiese  
que lo hicieran (Dubnick, 2007). Por su lado, Schedler  
Desde la creación del Estado moderno surgió la  
preocupación por su poder y las formas de limitarlo. El  
poder del Estado se presentó como un caso especial de  
dominación, mediante el cual la voluntad manifiesta del  
dominador o los dominadores, influye sobre los actos  
de otros; de manera que estos actos tienen lugar como  
si los dominados los hubieran adoptado por sí mismos  
y, como máxima de su obrar, tuviesen el contenido del  
mandato (Weber, 2002). Con la instauración de esta  
organización política, los individuos comienzan a  
enfrentarse a una compleja contradicción. De una parte,  
las personas tienen el deseo de no vivir en un estado de  
naturaleza violento, del tipo hobbesiano, donde existe  
una lógica de supervivencia mediante la guerra de todos  
contra todos; y por la otra, tienen miedo de vivir en un  
estado que tiene la posibilidad constante de abusar de su  
poder, y que es el encargado de proveer bienes públicos  
básicos y soluciones colectivas vinculantes para las  
propias personas. El origen de esta tensión está dado en  
que, el individuo desea que las decisiones vinculantes  
que se tomen, sean lo suficientemente efectivas como  
para alcanzar los fines deseados y, a su vez, existan los  
controles necesarios para garantizar la protección ante  
las consecuencias nocivas, que esas soluciones colectivas  
(
2004) explica que las cuentas son, etimológicamente,  
cercanas a los cuentos. Se cuentan números y también  
se cuentan historias; ambigüedad que sostiene dos de las  
dimensiones de la rendición de cuentas: la informativa y  
la argumentativa.  
La noción literal de «dar cuentas», como se mencionó,  
tambiénestáconectadaconelconceptoderesponsabilidad  
como elemento definidor de las relaciones entre soberano  
y sujeto, principal y agente (Olsen, 2017), o foro y actor  
(
(
estatales), puedan provocar a los intereses individuales  
O´Donell, 2007).  
(
Bovens, 2010). El término responsabilidad se puede  
usar de diferentes maneras; cada una con diferentes  
implicaciones. Sin embargo, hay dos dimensiones de la  
responsabilidad que deben ser tomadas en cuenta en  
todo proceso de rendición de cuentas: la responsabilidad  
de actuar conforme a los compromisos adquiridos y;  
la responsabilidad de informar sobre estas acciones,  
justificarlas y asumir sus consecuencias (ede, 2010).  
De esta manera, se ha vuelto un lugar común, argumentar  
que existe la necesidad de restringir el poder del Estado  
y evitar que la población sea seducida por demagogos.  
También se ha argumentado que «la voluntad de la gente»  
esunaficción:losdemos,enelsentidodeunamasaamorfa,  
nunca gobiernan grandes asociaciones (Weber, 2002). En  
este punto se puede llegar a pensar que la democracia  
es la forma de gobierno que resuelve los problemas  
mediante el control efectivo del poder de los funcionarios  
estatales por parte de los ciudadanos (Przeworski, 2002).  
De hecho, para algunos autores esenciales de la teoría  
democrática, como Robert A. Dahl (1989), esa capacidad  
de control, es uno de los elementos definitorios del  
concepto. La «rendición de cuentas» se encuentra, en este  
marco, como un conjunto de principios y mecanismos  
que tienen como objetivo principal controlar el poder, ya  
sea desde agencias del propio estado, desde la ciudadanía,  
En los siglos transcurridos desde el reinado de Guillermo  
I de Inglaterra hasta la actualidad, la rendición de  
cuentas se ha ido liberando lentamente de su esclavitud  
etimológica con la contabilidad. En el discurso político  
contemporáneo, el término ya no transmite una imagen  
reducida de contabilidad y administración financiera,  
sino de promesas de una gobernabilidad democrática,  
justa y equitativa (Bovens, 2007). Además, la relación  
originaria se ha revertido casi por completo. Ya no se trata  
de soberanos que hacen rendir cuentas a sus súbditos,  
sino al contrario: son las autoridades las responsables de  
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hacerlo a sus ciudadanos.  
El desarrollo de la rendición de cuentas como una virtud  
se encuentra mayoritariamente, en el discurso académico  
y político estadounidense. En este, la rendición de  
cuentas se utiliza como un concepto normativo, es decir,  
como un conjunto de estándares para la evaluación del  
comportamiento de los actores públicos. El concepto se  
entiendecomounacualidadpositivadelasorganizaciones  
o los funcionarios. Por lo tanto, los estudios de rendición  
de cuentas a menudo se centran en la indagación de  
estándares y evaluación del comportamiento real y activo  
de los agentes públicos. La rendición de cuentas en este  
sentido amplio es básicamente un concepto evaluativo,  
no analítico. También, en ese sentido, es un concepto  
esencialmente controvertido y discutible, ya que no  
existe un consenso general sobre los estándares para el  
comportamiento responsable.  
La noción de rendición de cuentas, como apunta Schedler,  
puede parecer que indica un acto voluntario, «una  
concesión generosa del soberano que rinde cuentas por  
virtud y voluntad propia, no por necesidad» (2004, 3). Sin  
embargo, la idea de rendición de cuentas que abordamos  
en este trabajo está más relacionada con el término  
2
«
accountability» , es decir, la rendición obligatoria de  
cuentas.  
En el discurso político y académico contemporáneo, esta  
idea de «rendición de cuentas», a menudo sirve como  
un paraguas que abarca varios conceptos distintos, tales  
como: transparencia, equidad, democracia, eficiencia,  
capacidad de respuesta, responsabilidad e integridad.  
De igual manera, también es utilizado indistintamente  
como sinónimo de buen gobierno o comportamiento  
virtuoso (Bovens, 2007). Como resultado de esta  
expansión conceptual, algunos autores han llegado a  
apuntar que la rendición de cuentas se ha convertido  
en un término general para cualquier mecanismo que  
haga que las instituciones poderosas respondan a sus  
públicos particulares (Mulgan, 2003). Esto ha impedido  
el progreso empírico en este amplio campo de estudios, el  
cual ha estado marcado por discusiones circulares donde  
cada autor intenta redefinir el concepto a su manera  
Por otra parte, los debates académicos europeos,  
australianos, canadienses y latinoamericanos, utilizan la  
rendición de cuentas en un sentido descriptivo. En estos  
debates, el concepto es utilizado como un «mecanismo»,  
es decir, como una relación o arreglo institucional  
en el que un principal, agente o institución puede  
responsabilizar a otro agente o institución (O´Donell,  
2007; Mulgan, 2003). Por lo tanto, el centro de los estudios  
de rendición de cuentas no es tanto el comportamiento  
de los agentes públicos, sino la forma en que operan estos  
arreglos institucionales. Esta forma de análisis corre el  
riesgo de no centrarse en si los agentes han actuado de  
manera responsable o no; sino en si son o pueden ser  
responsabilizados ex post facto (Bovens, 2007) por los  
foros de rendición de cuentas.  
(
Bovens, 2010).  
Una posible razón por la cual la rendición de cuentas  
se ha vuelto tan prominente entre su clase sinonímica,  
puede estar relacionada con su asociación discursiva con  
lo que se percibe como altos valores públicos. A medida  
que el concepto de rendición de cuentas se entrelazó  
narrativamente con las promesas de democracia, justicia,  
control y mayor desempeño administrativo, su condición  
de virtud pública también aumentó; al punto que ha  
llegado a dominar a sus conceptos relacionados. La  
centralidad de la rendición de cuentas en la actualidad, es  
indiscutible (Dubnick, 2014). Bovens (2010) ha notado,  
sin embargo, que la rendición de cuentas no es solo una  
virtud; sino que también es un mecanismo e instrumento  
de poder administrativo y político que funciona con el  
fin de lograr el cumplimiento de las políticas. Estos dos  
aspectos de la rendición de cuentas, están estrechamente  
relacionados.  
Tanto el concepto más amplio, en el que la rendición de  
cuentas se ve como una virtud personal u organizacional,  
como el concepto más restringido, en el que se define  
como una relación o mecanismo social, son útiles  
para el estudio y el debate sobre la gobernabilidad  
democrática (Bovens 2010); pero por razones diferentes.  
La rendición de cuentas como virtud es importante, ya  
que proporciona legitimidad a los funcionarios y a las  
organizaciones públicas. Los gobiernos se enfrentan a un  
público cada vez más crítico y el ejercicio de la autoridad  
no se da por sentado. La confianza en el gobierno cada  
vez suele ser más frágil y un gran número de democracias  
2
En este trabajo no revisamos las diferencias idiomáticas entre «accoutability» y «rendición de cuentas». Para profundizar en este aspecto se puede  
revisar el texto de Andreas Schedler referenciado.  
Revista Kairós, Vol. (1) No. 1, pp. 40-53, Julio-Diciembre 2018, Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador - ISSN No. 2631-2743  
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experimentan una erosión gradual del apoyo político  
Esta manera sintética de conceptualizar, muestra las  
tres dimensiones que el término abarca: información,  
justificación y sanción. Sin embargo, este planteamiento  
que puede parecer simple en primera instancia, se hace  
complejo en la medida en que se profundiza en cada una  
de estas dimensiones.  
(
O´Donell, 2007; Peruzzotti y Smulovitz, 2002). La  
rendición de cuentas democrática, en el sentido de una  
gobernanza transparente, receptiva y responsable, tiene  
entonces como objetivo, asegurar la confianza pública  
en el gobierno y cerrar la brecha entre ciudadanos y  
representantes. Por otra parte, la rendición de cuentas  
como mecanismo es instrumental para lograr una  
gobernanza responsable. Los arreglos de rendición de  
cuentas aseguran que los funcionarios u organizaciones  
públicas permanezcan en el camino virtuoso. Por lo  
tanto, en última instancia, la rendición de cuentas como  
mecanismo también es importante porque contribuye a  
la legitimidad de la gobernanza (Bovens, 2010).  
En principio, la rendición de cuentas abarca dos tipos de  
cosas: (1) información sobre decisiones de funcionarios  
públicos y (2) explicación de esas decisiones. De esta  
forma, exigir cuentas está relacionado tanto con tareas  
de vigilancia y monitoreo para la búsqueda de hechos y  
generación de evidencias; como con la idea de supeditar  
el poder al imperio de la razón y no solo al imperio de la  
ley. Es importante señalar que la rendición de cuentas no  
es una relación que transita en un solo sentido, sino que  
debe representar un intercambio entre actores, es decir, los  
que exigen y los que rinden cuentas. En el núcleo de este  
ejercicio de control democrático está el diálogo crítico;  
tal como señala Schedler (2004, p. 15) «la rendición de  
cuentas no es un derecho de petición […] es un derecho  
a la crítica y al diálogo».  
En síntesis, como un valor público apreciado (virtuoso),  
la rendición de cuentas ha surgido como una fuerza  
moral que puede ser utilizada – y a menudo lo es – para  
promover y fomentar la aplicación de mecanismos de  
cumplimiento e instrumentos de cambio. Esta fuerza  
moral puede ejercerse a través de la presión externa que  
enfatiza la conveniencia de una gobernanza responsable y  
los esfuerzos para inculcar e internalizar un compromiso  
ético con la democracia dentro de las agencias públicas  
Sin embargo, la rendición de cuentas alcanza más que la  
generación de datos y el intercambio de argumentos entre  
actores, en ocasiones también contiene elementos de  
coacción y castigo. Este ha sido un punto de discusión, ya  
que algunas investigaciones no consideran la posibilidad  
de sanciones como un elemento constitutivo. En estas, se  
argumenta que las etapas de informar, justificar y debatir  
por si solas, son suficientes para calificar una relación  
como un mecanismo de control democrático.  
(
Dubnick, 2014).  
Aproximaciones teóricas  
La forma más simple de rendición de cuentas es el  
requisito de que una organización de la administración  
pública presente una «cuenta» de lo que ha hecho. El  
informe debe hacerse a alguna organización externa e  
independiente –un parlamento/asamblea, un auditor, o  
a la ciudadanía–, de modo que la evaluación pueda ser  
razonablemente pública y objetiva. La cuenta puede ser  
financiera, o puede expresarse en términos de servicios  
prestados, así como de los éxitos y fracasos de una  
determinada política o programa. En cualquier caso,  
implica «hacer público lo que se ha hecho en nombre  
público» (Peters, 2007, p.16). Esta forma resalta la noción  
de que, en el nivel más básico, la rendición de cuentas se  
trata de transparencia, de hacer posible que los actores  
externos a una organización pública identifiquen y  
cuestionen lo que en ella sucedió.  
Por otra parte, autores como Mulgan (2003, p. 9), Strom  
(2003, p. 62) y Peruzzotti y Smulovitz (2002, p. 35), con  
los cuales coincide esta investigación, argumentan que  
la posibilidad de sanciones de algún tipo, constituye  
un elemento constitutivo de la rendición de cuentas y  
que debería incluirse en cualquier definición de este  
concepto. La posibilidad de sanciones –no la imposición  
real de sanciones– hace la diferencia entre la provisión de  
información no comprometida y la obligación de rendir  
cuentas. Sin embargo, «sanción» tiene una connotación  
bastante formal, legal y excluyente (Bovens, 2010). Por  
ejemplo, no tomaría en consideración a los defensores  
del pueblo como un foro de rendición de cuentas, ya que  
en muchos países no tienen la autoridad para imponer  
sanciones formales; pero que, por otra parte, pueden  
llegar a ser muy efectivos para obtener compensaciones  
o reparaciones.  
Podemos resumir esquemáticamente la rendición de  
cuentas así: «A rinde cuentas a B cuando está obligado  
a informarle sobre sus acciones y decisiones (pasadas o  
futuras), a justificarlas y a sufrir el castigo correspondiente  
en caso de mala conducta» (Schedler, 2004, p. 20).  
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Por lo tanto, quizás sea conveniente el uso de una  
expresión algo más neutral como, por ejemplo: el actor  
puede enfrentar consecuencias. Estas consecuencias  
pueden ser altamente formalizadas, tales como multas,  
o incluso  
sanciones penales, pero también pueden basarse en reglas  
no escritas, como en el caso de la responsabilidad política  
de un ministro ante el parlamento, donde la consecuencia  
puede extenderse hasta llegar a pedir la renuncia del  
ministro. En otras ocasiones, las consecuencias negativas  
serán implícitas o informales, como en el hecho de tener  
que rendir cuentas frente a las cámaras de televisión, lo  
que puede alcanzar la desintegración de la imagen pública  
y la carrera de un funcionario; resultado de la publicidad  
negativa generada en el proceso (Olsen, 2017; March y  
Olsen, 1995; Schedler, 2004).  
Lo que importa en esta dimensión es el esfuerzo por  
asegurar el cumplimiento de las normas. Esto implica  
que los actores que exigen cuentas no solo demandan  
información y justificación, sino que tienen la posibilidad  
y capacidad de castigar o generar consecuencias ante el  
comportamiento inadecuado de los servidores públicos;  
aunque en ocasiones estos castigos o consecuencias, solo  
tengan un carácter simbólico. Los ejercicios de rendición  
de cuentas que no tienen esta capacidad, suelen ser vistos  
como ejercicios débiles (Shedler, 2004).  
medidas disciplinarias, recursos civiles  
En sentido amplio, la rendición de cuentas se dirige hacia  
todos los profesionales de la política, exceptuando los  
funcionarios «bajos» y los jueces (Schedler, 2004). De  
igual manera, se incluyen también los funcionarios de los  
Tabla 1. Rendición de cuentas. Criterio, objeto y ante quién.  
Criterio  
Objeto de la rendición  
Ante quiénes  
Procesos de toma de decisión; resultados  
sustantivos de las políticas públicas; calidades  
Político  
y
capacidades personales de políticos y  
Ciudadanos, medios de comunicación,  
funcionarios.  
partidos políticos y asociaciones civiles.  
Actuación de manera apropiada en términos  
de normas sociales prevalecientes.  
Moral  
Relación acto burocrático – procedimiento  
establecido – resultado deseado – eficiencia  
razonable.  
Administrativo  
Agencias públicas especializadas tales  
como: agencias anticorrupción, defensores  
Relación uso de dinero público – disposiciones del pueblo y cortes administrativas.  
legales vigentes; estándares de transparencia,  
austeridad y eficiencia.  
Financiero  
Profesional  
Aplicación de las normas del profesionalismo  
(en ámbitos como el médico, académico y Comisiones de ética o cortes disciplinarias.  
judicial).  
Legal  
Cumplimiento de la ley.  
Cortes judiciales.  
Constitucional  
Constitucionalidad.  
Elaboración propia en base a texto de Schedler, 2004.  
Se puede apreciar que el campo de la rendición de cuentas  
es amplio y variado. Debido a ello, se han desarrollado  
metáforas espaciales (O´Donell, 2001, 2002; Gurza  
e Isunza 2010; Goetz y Jenkins, 2001) para ayudar a la  
comprensión de las relaciones entre actores sociales y  
estatales (rendición de cuentas «vertical»), entre actores  
estatales (rendición de cuentas «horizontal») y entre  
actores estatales y ciudadanos que actúan dentro del  
mismo aparato estatal (rendición de cuentas «diagonal»).  
Estas, no obstante, no son las únicas formas de rendición  
de cuentas de las que habla la literatura; de hecho, sería  
prácticamente imposible, en un trabajo de este tipo,  
mencionar y caracterizar todas las adjetivaciones que el  
término ha adquirido recientemente.  
El criterio de selección para revisión y profundización  
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de las tres formas antes mencionadas, responde,  
fundamentalmente, a que estas son las que recientemente  
han reconocido los gobiernos de la región en un  
instrumento internacional, que se ha dado a conocer3  
como «Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto»  
políticas necesarias para ser reelecto (Manin, Przeworski  
y Stokes, 2002).  
Para comprender con más detenimiento el problema  
de la rendición de cuentas electoral, se debe considerar  
cuales son usualmente los objetivos de los políticos. En  
la práctica, los políticos pueden no hacer nada que los  
ciudadanos no hubieran querido que estos hicieran; puede  
ser que tengan un gran espíritu cívico y se dediquen por  
completo al interés público. Pero también, los políticos  
pueden querer hacer algo diferente que termine siendo  
costoso para los ciudadanos. Por ejemplo, pueden  
trazarse objetivos que los ciudadanos no comparten, tales  
como la reelección o ganancias privadas. Los políticos  
pueden querer, además, perseguir sus propias creencias,  
incluso si estas difieren de las de los ciudadanos. Algunos  
pueden preocuparse más por avanzar en sus carreras  
contra otros políticos, ya sea dentro del gobierno o dentro  
del mismo partido. Otros pueden estar más preocupados  
por el reconocimiento de la comunidad regional o  
internacional. En todos estos casos, los políticos quieren  
algo que es perjudicial para los ciudadanos, en cuanto no  
está alineado a sus intereses. A esto, Manin, Przeworski y  
Stokes (2002) le llaman «rentas».  
(
CLAD, 2016).  
Rendición de cuentas vertical (electoral y  
societal)  
En los regímenes democráticos se encuentran  
generalmente dos vertientes del control vertical: electoral  
y social. El concepto de control vertical no define, de  
antemano, la dirección en la que fluye el control, lo cual  
representa un problema. Los regímenes autoritarios, y en  
no pocas ocasiones los democráticos, suelen preocuparse  
más por la rendición de cuentas que fluye de arriba  
hacia abajo, que es la rendición de cuentas burocrática y  
descuidan la que fluye de abajo hacia arriba, es decir, la  
electoral y la social (Schedler, 2004).  
Uno de los trabajos más referenciados sobre la rendición  
de cuentas (vertical) electoral es el de Bernard Manin,  
Adam Przeworski, y Susan C. Stokes (2002). Para estos  
autores, desde el punto de vista de la rendición de cuentas,  
las elecciones sirven para responsabilizar a los gobiernos  
por los resultados de sus acciones pasadas. De esta forma,  
con sus mecanismos de anticipación y predicción de  
los juicios de los votantes, los gobiernos suelen actuar  
eligiendo políticas que, a su juicio, serán evaluadas  
positivamente por los ciudadanos en el momento de las  
próximas elecciones.  
El problema está entonces en que los ciudadanos deben  
buscar hacer algo que les limite las rentas a los políticos  
y por el contrario lograr que hagan lo que los votantes  
desean. Esto puede alcanzarse mediante el uso de lo que  
se conoce como «voto retrospectivo». Este mecanismo  
funciona cuando los ciudadanos establecen estándares  
de desempeño para evaluar los gobiernos. Los estándares  
pueden ser infinitos y disímiles, por ejemplo, aumentar  
en un determinado porcentaje los ingresos personales  
de los ciudadanos; mejorar el transporte público y  
disminuir la violencia en una ciudad; e incluso pueden  
estar relacionados con la clasificación del equipo nacional  
Independientemente de que las personas no puedan  
controlar a los gobiernos obligándolos de forma directa a  
cumplir mandatos, si pueden hacerlo cuando les anticipan  
a los funcionarios que tendrán que rendir cuentas por sus  
acciones. Es así que, los gobiernos son «controlables»  
cuando los votantes son capaces de distinguir si los  
representantes públicos están actuando según sus  
intereses y puedan sancionarlos debidamente. De esta  
manera, aquellos funcionarios que actúan conforme  
al mejor interés de los ciudadanos, logran la reelección  
y aquellos que no lo hacen, la pierden. La rendición de  
cuentas electoral ocurre entonces cuando: (1) las personas  
votan para retener al funcionario que actúo en función  
de sus mejores intereses; y (2) el funcionario elige las  
(
baseball, fútbol, etc.) a un evento internacional relevante.  
Si los funcionarios no logran satisfacer estos estándares  
definidos por los ciudadanos, estos votan en contra de los  
titulares del puesto público. Eso lo saben los gobiernos y  
si desean ser reelegidos, deben anticiparse a la decisión  
de los ciudadanos, haciendo todo lo posible por satisfacer  
sus criterios. Dado que los actores políticos, por lo  
general, desean efusivamente conservar sus puestos y  
que anticipan cuidadosamente la reacción del público  
como el medio para lograr el fin reelección; el electorado  
3
A excepción de los gobiernos de Nicaragua y Venezuela que no la suscribieron.  
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mediante el voto retrospectivo tiene una herramienta con  
algún grado de efectividad para hacer ejercer el control  
electoral, aunque esta es ex post, no ex ante.  
de asociaciones y movimientos ciudadanos, así como  
acciones mediáticas» (Peruzzotti y Smulovitz, 2002, p.  
10). Esta definición es claramente diferenciadora de  
los mecanismos tradicionales de rendición de cuentas;  
no se trata de una sumatoria de votos (vertical), ni del  
sistema de pesos y contrapesos del Estado (horizontal).  
El mecanismo se sustenta en el accionar de sectores  
organizados de la sociedad civil y en los medios de  
comunicación que estén interesados y tengan capacidad  
de influencia en el sistema político y la burocracia pública.  
La rendición de cuentas social incorpora conceptos  
provenientes de la literatura sobre sociedad civil y esfera  
pública. De esta forma, el funcionamiento de asociaciones  
civiles, movimientos sociales, organizaciones no  
gubernamentales (ONGs) y medios de comunicación,  
aportan nuevos recursos al repertorio tradicional de las  
instituciones electorales y constitucionales para el control  
del gobierno y, además, puede compensar muchos déficits  
de esos mecanismos.  
De esta forma queda claro que los ciudadanos usan el  
voto con el propósito de sancionar a los funcionarios  
utilizando la información sobre su desempeño; y de  
esta manera intentar que se comporten correctamente y  
sean honestos. Sin embargo, esta no es la única función  
que tienen las elecciones; el voto también puede ser  
utilizado de manera prospectiva. El «voto prospectivo» es  
usualmente identificado con aquel en donde los votantes  
comparan las promesas que los candidatos hacen hacia el  
futuro y la utilizan para elegir al que consideran la mejor  
opción. De hecho, está bastante incorporado dentro del  
imaginario democrático, que los ciudadanos desean  
elegir, a través del voto, a los mejores políticos y las  
mejores políticas. Pero uno de los grandes problemas de  
este tipo de control democrático, es que los ciudadanos  
tienen un instrumento – que utilizan una única vez  
en relativamente largos períodos –, para alcanzar dos  
objetivos: (1) seleccionar las mejores políticas y políticos  
e (2) inducirlos a comportarse correctamente mientras  
están en el cargo (Manin, Przeworski y Stokes, 2002).  
Las iniciativas de los actores de la rendición de cuentas  
social tienen por objeto «monitorear el comportamiento  
de los funcionarios públicos, exponer y denunciar  
actos ilegales de estos y activar la operación de agencias  
horizontales de control» (Peruzotti y Smulovitz, 2002, p.  
32).Estasiniciativaspuedenserllevadasacabopormedios  
institucionalizados o no institucionalizados. Es así que,  
por ejemplo, una acción institucionalizada puede ser una  
denuncia legal ante la Fiscalía o Contraloría u otro órgano  
de control; mientras que las no institucionalizadas pueden  
ser movilizaciones sociales o denuncias mediáticas que,  
por lo general, buscan establecer sanciones simbólicas.  
En síntesis, la rendición de cuentas social, suele apoyarse  
en tres tipos de estrategias: jurídica, movilizacional y  
mediática.  
Otro de los argumentos que impiden la eficacia del  
voto está en el hecho de que votar es una acción  
estratégica descentralizada (Peruzzotti y Smulovitz,  
2
002). Generalmente, no es posible que los ciudadanos  
coordinen la orientación de su voto, y por ello, es que  
no se puede determinar si los resultados electorales  
responden a la selección de mejores políticos y políticas  
(
prospectivo) o a sancionar el comportamiento de  
determinado funcionario (retrospectivo). Se ha señalado,  
finalmente, que los déficits de información frecuentes  
en el ciudadano promedio son un difícil obstáculo en la  
evaluación adecuada del desempeño de las decisiones  
de gobierno; por lo que el voto no cumple de manera  
eficiente su función de control democrático (Manin,  
Przeworski y Stokes, 2002; Peruzzotti y Smulovitz, 2002).  
Luego de estas precisiones generales no es difícil  
percatarse de que la rendición de cuentas social también  
es un componente importante de la vida democrática.  
Esto no es nada nuevo, la idea de que una sociedad activa  
y organizada vigoriza la democracia es un planteamiento  
sostenido desde los inicios de la teoría democrática  
moderna. Sin embargo, el concepto de rendición de  
cuentas social es útil porque agrupa y agrega una  
serie de actividades sociales diversas que comparten  
características similares.  
Los problemas que presenta el voto como mecanismo de  
control, motivaron que el interés de estudio de formas  
verticales tomará en cuenta otras formas de control no  
electoral. En este escenario comenzó la discusión teórica  
sobre la rendición de cuentas social (o societal) y sus  
interacciones con los controles verticales tradicionales  
y también con los controles horizontales. La rendición  
de cuentas social se puede definir como «un mecanismo  
de control vertical, no electoral, de las autoridades  
políticas, basado en las acciones de un amplio espectro  
Finalmente, el trabajo de Peruzzotti y Smulovitz (2002)  
es interesante porque destaca dos aspectos originales  
de la rendición de cuentas social. El primero es que la  
orientación principal de las acciones que comprende este  
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concepto no es la satisfacción de intereses materiales. Y,  
el segundo, es que las demandas de rendición de cuentas  
sociales suelen ser presentadas en lenguaje de legalidad  
y derechos. Ante la referida ineficiencia de los controles  
democráticos electorales y la posibilidad que tienen los  
controles sociales de activar controles horizontales. En el  
siguiente punto se realizará una revisión de estos últimos,  
sobre todo desde los aportes de Guillermo O´Donnell  
como rendición de cuentas horizontal de balance. A este  
tipo particular de rendición de cuentas se le han señalado  
varias limitaciones, entre ellas que:  
a. Las instituciones de balance (ejecutivo, legislativo y  
judicial)suelenactuardemanerareactivaeintermitente  
ante presuntas agresiones de otras agencias.  
b. Las acciones de las instituciones de balance tienden a  
ser muy dramáticas, con una alta visibilidad y costo  
(
2001, 2002).  
(
económico y político).  
Rendición de cuentas horizontal  
c. Los actores de estos conflictos suelen estar motivados  
por intereses partidistas, lo que dificulta la solución del  
conflicto.  
d. Las instituciones de balance son un instrumento  
demasiado torpe para la creciente complejidad de las  
agencias y sus políticas (O´Donell, 2001, p. 9).  
El término «accountability horizontal» fue acuñado por  
Guillermo O´Donell. En este caso, no se trata del control  
del poder estatal por parte de la sociedad, que ha sido  
el más estudiado desde la ciencia política a través de  
investigaciones sobre el voto, las elecciones, el rol de la  
sociedad civil, los movimientos sociales y los medios  
de comunicación; sino, del control que se realiza entre  
agencias estatales ante acciones u omisiones que se  
presuman como ilegales o corruptas. La rendición de  
cuentas horizontal se presenta de esta manera, como  
un subconjunto entre las múltiples interacciones que las  
agencias estatales emprenden entre sí.  
La constatación de estas limitaciones condujo a  
la creación de agencias con rendición de cuentas  
horizontal asignadas, tales como: defensores del pueblo  
(ombudsman), contralorías, auditorías, fiscalías,  
controladores y similares. Estas agencias están legalmente  
encargadas de supervisar, prevenir, promover sanciones  
o, directamente, sancionar acciones u omisiones de otras  
agencias estatales, nacionales o subnacionales, que sean  
consideradas como corruptas o presuntamente ilegales.  
Las agencias asignadas no fueron creadas para promover  
balances generales de poder, sino previendo riesgos de  
transgresión y/o corrupción. Es por ello que, en principio,  
tienen varias ventajas respecto a las agencias de balance.  
Entre ellas se destaca que:  
Es conocido y repetido que la tripartición de poderes  
es uno de los elementos fundamentales del sistema  
democrático moderno. Sin embargo, si bien este aporte  
anglo-francés (Locke y Montesquieu) es de suma  
importancia para el funcionamiento de una democracia,  
en su formulación más simple, no garantiza por sí solo  
el control del poder estatal. De esto se percató James  
Madison, lo que lo llevó a proponer que los poderes  
podían mejorar el control mutuo, si cada uno de ellos  
tenía jurisdicción sobre importantes atribuciones de los  
otros (Fernández-Albertos, 2005). Es gracias a este aporte  
de Madison, que la Constitución norteamericana tiene el  
mérito de haber formulado la interpenetración parcial de  
los poderes, propugnando así, una autonomía relativa y el  
equilibrio entre estos.  
Pueden ser proactivas y continuas en su actividad y, por  
lo tanto, más efectivas en prevenir o disuadir acciones  
ilegales de las agencias que supervisan.  
Las acciones que realizan están motivadas por criterios  
profesionales, antes que partidarios o políticos.  
Debido a su carácter continúo y profesionalizado, pueden  
desarrollar capacidades que les permitan examinar  
cuestiones complejas de políticas estatales (O´Donell,  
2001, p. 9).  
Las constituciones democráticas contemporáneas han  
seguido el ejemplo de la de los Estados Unidos. Las  
relaciones provenientes de la interpenetración parcial  
entre los poderes se conciben regularmente como  
instancias de control mutuo o de intercambio; sin  
embargo, en ocasiones, estas relaciones interestatales  
originan conflictos; sobre todo, cuando una agencia,  
considera que otra ha sobrepasado ilegalmente su  
jurisdicción. Las situaciones de este tipo son conocidas  
En resumen, la rendición de cuentas horizontal implica  
la existencia de:  
“Agencias estatales que tienen autoridad legal y están  
fácticamente dispuestas y capacitadas para emprender  
acciones que van desde el control rutinario hasta  
sanciones penales o incluso el impeachment, en relación  
con actos u omisiones de otros agentes o agencias del  
Estado que pueden ser presuntamente calificadas como  
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ilícitos” (O´Donell, 2002, p. 87).  
preservar la noción de guardianes del interés público ante  
«
maquinaciones egoístas» de actores políticos no estatales  
De esta manera, se distinguen también las dos direcciones  
en las que puede entrar en juego la rendición de cuentas  
horizontal, siendo estas: en casos de transgresión ilegal  
de una agencia estatal sobre la autoridad de la otra y en  
casos de que los funcionarios públicos intenten obtener  
ventajas ilícitas para sí o para sus asociados, es decir,  
corrupción.  
y grupos sociales influyentes. Por otra parte, también  
existen instituciones, tanto formales como informales,  
que distancian a los funcionarios de los ciudadanos,  
tales como: reglas de confidencialidad, uso de lenguajes  
impenetrablemente técnicos, o la distancia física de las  
oficinas gubernamentales de la gente común. Todo esto  
puede y suele ayudar a ocultar el abuso de lo público en  
la obtención de beneficios personales o rentas políticas.  
Sin embargo, la efectividad del control del poder del  
Estado no se consigue solamente con la autorización  
legal de determinadas agencias estatales y que estas estén  
capacitadas y dispuestas a actuar, sino que es necesario  
realizar algunas conjugaciones. En primer lugar, es  
imprescindible la existencia de una red de agencias  
estatales, donde se incluyan los tribunales superiores  
del poder judicial, que esté comprometida con la  
preservación y acatamiento de la rendición de cuentas  
horizontal, inclusive, en caso de necesidad, contra los  
más altos poderes del Estado. Y, en segundo lugar, es  
necesario que la rendición de cuentas horizontal se  
articule e interrelacione con otras formas de rendición  
de cuentas, como la vertical y la social. Además de  
los mecanismos de control vertical y horizontal, las  
investigaciones han apuntado la necesidad de instaurar  
controles menos tradicionales, como es el caso de los  
mecanismos de rendición de cuentas transversales o  
diagonales. Seguidamente nos referiremos a estos.  
La sociedad civil quedó invisibilizada durante mucho  
tiempo en la mayoría de las recomendaciones de  
fortalecimiento de las agencias de rendición de cuentas  
interestatales, tanto desde la academia, como desde las  
organizaciones internacionales. Esto es evidente, ya que  
la participación directa de los ciudadanos en el trabajo  
sustantivo realizado por las instituciones de control  
horizontal, se considera aún «novedoso», en el seno de  
las discusiones sobre gobernabilidad democrática. Todo  
ello ha relegado a los ciudadanos y sus asociaciones a  
la función tradicional de control vertical electoral; y  
totalmente desprovistos de información gubernamental  
detallada que les permita contrarrestar, o verificar, la  
base sobre la cual las instituciones públicas toman las  
decisiones. Una pregunta se sigue imponiendo, y está  
relacionada con que, si las instituciones horizontales son  
los nervios y los músculos del control de la corrupción,  
¿por qué los funcionarios públicos les permitirían  
funcionar con eficacia?  
Rendición de cuentas diagonal  
Esta pregunta refleja un reclamo histórico del activismo  
participativo; sin embargo, no tiene una respuesta  
acabada. Goetz y Jenkins (2001) presentan mediante  
dos estudios de caso, formas de control democrático  
híbridas, o diagonales, que pueden ser útiles para evitar  
el abuso de poder por parte de los funcionarios públicos.  
En primer lugar, explican que el poder judicial, en ciertas  
ocasiones, puede ser un caso interesante de este tipo de  
control democrático. El poder judicial es una institución  
de supervisión pública que opera usualmente en el modo  
de rendición de cuentas horizontal; pero cuando acepta  
casos presentados por miembros de la ciudadanía contra  
alguna agencia del Estado, la orientación de la judicatura  
puede cambiar y transformarse en un mediador entre los  
ejesverticalesyhorizontales. Esteesunodelosmediosque  
pueden utilizar los ciudadanos para comenzar a ingresar  
en el proceso horizontal de monitoreo del gobierno. Si  
proceden con las herramientas disponibles a través de  
litigios ciudadanos individuales o de grupos de activistas,  
el proceso de búsqueda de hechos puede conducir  
Las deficiencias en los sistemas de rendición de cuentas  
convencionales tales como: el secretismo en los procesos  
de auditoría, las revisiones ineficaces de las políticas  
por los parlamentos, la información incompleta del  
electorado, las demoras excesivas en los tribunales y las  
sanciones inadecuadas ante el irrespeto de normas o reglas  
administrativas; han ejercido una fuerte presión para  
mejorar las rendiciones de cuentas horizontal y vertical.  
Todo esto llevó a Goetz y Jenkins (2001) a plantear una  
forma híbrida de rendición de cuentas, conocida como  
«diagonal».  
Uno de los grandes problemas de la rendición de cuentas  
horizontal es la negación del acceso de los actores  
no estatales o ciudadanos, a sus procedimientos. Los  
burócratas, auditores y jueces, usualmente, se aíslan de  
los ciudadanos para protegerse de intromisiones en  
sus intereses particulares –de cualquier tipo– y para  
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al descubrimiento y disponibilidad de información  
gubernamental, así como de un escrutinio detallado de  
sus decisiones; lo que quizás, de otra manera, no hubiese  
sido posible.  
ciudadanos en procesos de supervisión estatal, es el  
problema de la ampliación. Por lo general, las formas  
híbridas de control operan en niveles locales. Además,  
estas formas institucionalizadas de vigilancia de la  
sociedad civil se pueden enfrentar a un problema  
adicional de legitimidad, una vez que esta se ponga en  
tela de juicio, a partir de que el ciudadano pasa a ser  
observador «oficial» del Estado.  
En segundo lugar, los autores exponen otra forma de  
control diagonal que es la que se realiza a través de las  
observaciones o veedurías ciudadanas. Esta forma de  
control permite que las personas participen directamente  
enlavigilancia,fiscalizaciónycontroldelaadministración  
pública. Sin embargo, para que este tipo de control  
asuma una forma institucional más prometedora, hay  
cinco características claves que teóricamente lo podrían  
permitir:  
Consideraciones finales  
La rendición de cuentas es un concepto central para la  
gobernanza. Aunque tradicionalmente se encuentre  
estrechamente asociado con la gobernabilidad  
democrática, la rendición de cuentas también puede ser  
importante para otros tipos de sistemas políticos. Tanto  
para sistemas democráticos como no democráticos, la  
rendición de cuentas es un medio útil para identificar el  
éxito y el fracaso de acciones pasadas. Esta identificación  
también puede servir como una herramienta para  
inducir la reflexión y el aprendizaje; sobre todo al tener la  
capacidaddefuncionarcomoformasderetroalimentación  
en busca de que los gobiernos, las agencias estatales y los  
funcionarios públicos sean más efectivos al cumplir sus  
promesas. Las revisiones del desempeño, por ejemplo,  
pueden inducir a muchos funcionarios a reconsiderar  
y ajustar sus políticas. Además, la naturaleza pública  
del proceso de rendición de cuentas enseña a otros  
funcionarios, en posiciones similares, o a futuros  
servidores públicos, a que conozcan lo que se espera de  
ellos, lo que funciona y lo que no.  
a. Estatus legal para los observadores no estatales dentro  
de las instituciones de supervisión del sector público.  
b. Presencia continua de estos observadores a lo largo del  
proceso del trabajo de la agencia estatal.  
c. Procedimientos bien definidos para la realización  
de encuentros entre ciudadanos y actores del sector  
público.  
d. Acceso estructurado al flujo de información  
documental oficial.  
e. El derecho de los observadores a emitir informes  
de disconformidad con la gestión de la agencia,  
directamente a los cuerpos legislativos (Goetz y  
Jenkins, 2001, p. 369).  
Estas condiciones para la participación ciudadana en  
el Estado se enfrentan a algunas barreras. En primer  
orden está la tendencia del Estado ha evitar, cada vez  
más, el surgimiento de nuevas formas de participación  
que involucren a los ciudadanos en la evaluación de sus  
políticas. Es así que las formas diagonales de rendición  
de cuentas se enfrentan a una dura competencia con  
el propio Estado. Este Estado y sus élites, motivados  
por el deseo de evadir mecanismos de rendición de  
cuentas horizontales, argumentan que confían más en  
formas modificadas de control (vertical) que vinculan  
directamente al Estado con los ciudadanos y sus grupos.  
Algunas de estas prácticas incluyen jurados ciudadanos,  
foros de consulta, grupos focales y cartas ciudadanas, las  
cuales suelen carecer de poder de decisión. Dan “voz” a  
ciertos grupos excluidos, pero casi nunca proporcionan a  
los participantes, el derecho a una respuesta o explicación  
de los funcionarios y menos aún, obligan al Estado a  
reparar o compensar los daños ocasionados.  
Ante foros legales y administrativos tales como tribunales,  
auditores, defensores del pueblo, observadores  
y
controladores, la rendición de cuentas es un mecanismo  
importante para prevenir y detectar la corrupción, así  
como el abuso de los poderes públicos. De igual manera,  
también puede ser un medio para asignar responsabilidad  
por fallas o, menos frecuentemente, identificar a las  
personas responsables del éxito y pensar en multiplicar  
su experiencia para un mejor desempeño del sistema.  
Sin embargo, y como reto, hay que tener en cuenta que un  
control democrático demasiado riguroso puede limitar  
la creatividad de los administradores públicos y puede  
convertir a las agencias en burocracias obsesionadas  
con las reglas. Del mismo modo, un excesivo «énfasis  
en la integridad administrativa y en el control de la  
corrupción, puede llevar a un procedimentalismo que  
obstaculice seriamente la reflexividad» (Bovens, 2010, p.  
La segunda restricción a la proliferación de estos  
mecanismos diagonales para la inclusión formal de  
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las organizaciones públicas.  
En este trabajo se visitaron algunas de las diversas formas  
de rendición de cuentas que ha trabajado la literatura  
especializada en los últimos años. Apoyándonos  
fundamentalmenteenlostrabajosdeGuillermoO´Donell,  
Andreas Schedler, Enrique Peruzzotti, Catalina Smulovitz  
y Adam Przeworski, es posible concluir que hoy no solo es  
importante fortalecer los mecanismos tradicionales, sino  
que es imprescindible generar innovaciones de control  
democrático y entender a la rendición de cuentas, como  
una virtud personal y organizacional del sistema político.  
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