UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO  
KAIRÓS, REVISTA DE  
CIENCIAS ECONÓMICAS, JURÍDICAS Y ADMINISTRATIVAS  
Vol. 2 (2019), No. 3, Segundo Semestre (Julio - Diciembre), (30-41)  
ISSN No. 2631-2743  
¿QUE ES AMÉRICA LATINA? CONCEPTO Y EXTENSIÓN DE SU NÚCLEO DE  
CERTEZA POSITIVA  
WHAT IS LATIN AMERICA? CONCEPT AND EXTENSION OF ITS CORE OF POSITIVE CERTAINTY  
Patricia Sánchez-Recio 1  
Resumen  
El propósito es delimitar conceptualmente, y por tanto establecer los países que, como mínimo, deben conformar la  
muestra de un estudio que indique versar sobre América Latina. Se defiende la tesis que identifica el núcleo de certeza  
positiva del concepto “Latinoamérica”, con los países pertenecientes a la América Hispánica. Se sustenta dicha tesis en el  
hecho de que este conjunto de países son el producto del mismo camino a la modernidad, lo que los ha ubicado como  
parte de la zona periférica mundial, con su consecuente situación de dependencia.  
Palabras clave  
América Latina, Concepto, Núcleo de certeza positiva, Modernidad, Dependencia.  
Abstract  
e purpose is to delimit conceptually, and therefore to establish the countries that, at least, must conform the sample  
of a study that indicates to turn on Latin America. e thesis that identifies the core of positive certainty of the concept  
Latin America” is defended, with the countries belonging to Hispanic America. is thesis is based on the fact that this  
group of countries are the product of the same path to modernity, which has placed them as part of the peripheral world  
zone, with its consequent dependence situation.  
Keywords  
Key Words: Latin America, Concept, Nucleus of positive certainty, Modernity, Dependency.  
1
Universidad de Murcia (España). Correo electrónico: p.sanchezrecio@um.es.  
Reci bid o1 4j u n i o 201 9;A cept a d o2 3j ulio2 019 .
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manera definitiva la cuestión, su objeto es mucho más  
simple, el cual no es otro que el de justificar la selección de  
unospaísescomomuestralosuficientementesignificativa,  
en desmedro de otros y que, de este modo, se permita  
predicar las conclusiones generales obtenidas al sujeto  
América Latina. En este sentido se defenderá la tesis  
que identifica el núcleo de certeza positiva del concepto  
Introducción  
El propósito es delimitar conceptualmente, y por  
tanto establecer los países que, como mínimo, deben  
conformar una muestra el estudio que indique versar  
1
conceptualmente sobre América Latina. Se pretende,  
de este modo, dar apoyo conceptual a todo discurso que  
esté dirigido a analizar comparativamente a un conjunto  
de naciones que, de manera abstracta y con múltiples  
significantes, se conocen como América Latina.  
(
NCP) de “Latinoamérica” con los países pertenecientes a  
la América Hispánica.  
Cuando hablamos de “núcleo de certeza positiva”, nos  
referimos al grado de determinación que presenta un  
concepto. En este caso es viable fijar el significado y  
aplicar el concepto a un caso particular de la realidad.  
Por el contrario, la “zona de penumbra” se refiere a la  
incertidumbre o controversia respecto del concepto. Nos  
referimos por tanto al gobierno de su significación.  
Al respecto, en estudios de toda la gama de las ciencias  
sociales, que centran su objeto de estudio en América  
Latina, está presente una especie de angustia que se  
representa en obviar su existencia o en discutir su  
2
identidad e integridad y buscar configurarla a toda costa .  
A los Latinoamericanos nos tortura la idea de saber qué  
somos (Zea, 1977). ¿Realmente aparecen como evidentes  
un conjunto de elementos, que además de la proximidad  
geográfica, homogeneizan tal diversidad y permiten  
un tratamiento científico en conjunto?, ¿Qué países  
componen de manera invencible este conjunto?  
Problematización del término  
Siguiendo el modelo platónico, expresado en el dialogo  
del Menón, donde Sócrates resalta la imposibilidad de  
reconocer o asignar facultades a algo, sin antes saber, en  
3
un sentido fuerte, que es , se propone primero reconocer,  
Al formular estas preguntas, como marco general, no  
se pretende obviar una primera proposición que se da  
por cierta: América Latina existe. Existe como conjunto  
y posee cierta unidad. Yendo más allá, se puede afirmar  
que América Latina no es solo una expresión de  
uniformidad, es una expresión de unidad. Siguiendo  
al profesor Touraine (1989), se parte de la hipótesis  
que “existe un modo latinoamericano de desarrollo,  
es decir, una combinación, propia de ese continente,  
de racionalismo económico y de movilización política  
y social” (p.23). Pero realmente, ¿Qué significa en el  
análisis “el contexto Latinoamericano”? ¿Cuáles son sus  
condiciones de posibilidad? ¿Cuáles son las grandes  
líneas que hacen comparables a estas distintas naciones;  
a tan heterogéneos pueblos? Como se verá, la tesis que  
se propone para dar respuesta a estas preguntas estará  
informada por importantes vectores que construyen  
su situación especial: la peculiaridad de su evolución  
histórica y su consecuente subdesarrollo.  
siquiera medianamente, qué es América Latina, como  
condición necesaria para saber cómo se desarrollan sus  
procesossociales(económicos, jurídicos, administrativos,  
políticos y otros). Por simple que pueda parecer, el  
concepto mismo de América Latina representa un  
problema. No es inútil pues intentar precisarlo, recordar  
su historia y hasta criticar su uso, y tratar de justificar por  
qué se escogen unos países en detrimentos de otros.  
De empleo corriente en el lenguaje internacional, como  
término no tiene todo el privilegio del rigor. Dos palabras  
que a veces parecen ser fuente de confusión más que  
instrumento de delimitación preciso y, por ende, de fuerte  
construcción teórica o conceptual. Sin duda, la vaguedad  
es una característica del concepto América Latina. Así,  
hay casos respecto a los cuales su aplicación no está  
definida con precisión. No es el caso de que no se pueda  
precisar su significado, sino que se duda sobre dónde  
termina su campo de aplicación. No hay un límite preciso  
que permita deslindar la aplicación de la inaplicación de  
este concepto.  
Por supuesto, las conclusiones que se puedan ofrecer  
no tienen la pretensión ni mucho menos de resolver de  
1
En diferenciación de una muestra simplemente estadística, por eje  
mplo, que podría estar conformada por unos u otros países, siempre y  
cuando cumpla con los criterios muéstrales.  
Valga recordar que, en todo término vago, como América  
Latina se pueden distinguir tres zonas: a) la zona central  
o núcleo de certeza positiva, donde la aplicación del  
término no ofrece dudas; b) la zona o núcleo de certeza  
3 Se establece en el sentido de naturaleza o esencia de algo.  
2
Al respecto ver las disertaciones de autores como Rodó (1967),  
Martí (2002), Lastarria (1868), Bilbao (1864), Vasconcelos (1927), y  
más recientemente: Zea (1977), Villegas (1972), Roig (1981), Miró-  
Quesada (1974), Ribeiro (1986), Ardao (1993), y tantos más.  
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negativa, respecto del cual es claro que el término no se  
aplica; c) la zona de penumbra que cubre aquellos casos  
respecto de los cuales su aplicación es dudosa.  
Latina” y cuales no. En el fondo, todo depende de cómo  
se conceptualice este término. Si se entiende como las  
naciones pertenecientes al hemisferio americano donde  
se infundió la cultura latina, o se refiere a las antiguas  
colonias de países europeos donde se hablan lenguas  
romances, es decir, derivadas del latín (España, Portugal  
y Francia); la extensión del término también varía si  
se entiende como el conjunto de naciones de América  
Central y Suramérica, o si incluimos o excluimos el  
Caribe.  
El objetivo, por tanto, con la justificación debida es definir  
qué naciones componen el núcleo duro o de certeza  
positiva del concepto de “América Latina”.  
Larespuestamásaccesibleymenosproblemáticapareciera  
ser la geográfica. Geográficamente América latina es el  
conjunto de los países de América del Sur y América  
Central (incluyendo México), es decir, todo el hemisferio  
con exclusión de América del Norte. Tal postura de  
plano no puede ser del todo correcta y, como se verá más  
adelante, genera confusión. En efecto, Latinoamérica  
suele ser un término con el que se generaliza a países de  
América Central como Belice, colonia británica y vigente  
miembro de la mancomunidad británica de naciones; o  
países de América del Sur como Surinam o la Guyana  
Francesa. También se suele aplicar indiscriminadamente  
a las islas del Caribe, de habla inglesa y holandesa, que  
reclaman independencia de trato, en reivindicación de su  
Aparte de esto, el epíteto “Latina”, sin duda alguna  
cuenta con una justificación histórica y de pretensiones  
hegemónicas. En Francia, bajo Napoleón III, se impuso  
este nombre con el fin de influir en las naciones “latinas”  
de América, interfiriendo en la égida de las naciones de  
la península Ibérica y detener igualmente la expansión de  
los Estados Unidos. De este modo, crear un bloque que  
hiciera contrapeso al bloque anglo (Torres, 2016).  
La latinidad tenía la ventaja de borrar los vínculos  
particulares con España y otorgar un contexto de  
justificación a una intervención francesa, sobre naciones  
que consideraba hermanas dentro de la tradición latina  
y romanista. Esa latinidad se opone de este modo al  
pasado colonial español, que prefería el término América  
Hispánica, donde prevalecían los derechos de la madre  
4
propia identidad cultural y geopolítica .  
América Latina es una región de gran diversidad,  
habitada por 626 millones de personas que hablan  
español, portugués, inglés, francés y cerca de 400 lenguas  
indígenas. A pesar de esto, hay quienes afirman que la  
América Latina es aquella que cubre exclusivamente  
las naciones de cultura latina de América. Al respecto  
encontramos casos como Canadá, que tal vez sea más  
latina que la Guyana, o Puerto Rico, estado libre asociado  
de Estados Unidos que, obviamente, no parte del  
subconjunto latinoamericano, o Guyana donde se habla  
inglés; y el Surinam de habla holandesa que para varios  
geógrafos forma parte de América Latina.  
5
patria . Igualmente se hace un término que se opone a  
un panamericanismo norteamericano, como movimiento  
que pretende fomentar las relaciones y la colaboración  
entre los Estados de América, bajo una peculiar y  
subyugante vinculación entre Estados Unidos y el resto  
de las repúblicas del continente. Paradójicamente, frente  
a esta perspectiva, surge otra que identifica a América  
Latina con la parte del continente no norteamericana; en  
rechazo a la generalización de identidad entre Estados  
Unidos y América.  
Como se puede evidenciar, se genera en la literatura  
geográfica, sociológica y geopolítica, una especie de “zona  
gris” respecto a qué naciones componen la “América  
Así, Iberoamérica, Hispanoamérica, Indoamérica,  
Amerindia, Euroindia y varios más han sido términos  
en competición por la denominación de un pedazo  
4
Al respecto sin embargo, es importante resaltar como la Comisión  
6
sumamente importante de territorio . Sin embargo,  
Económica paraAmérica latina – CEPAL- pareciera aplicar este criterio,  
ya que en sus estudios estadísticos presenta el conjunto de 46 países  
correspondientes a la totalidad de América Central y del Sur: Anguila,  
Antigua y Barbuda, Antillas Neerlandesas, Argentina, Aruba, Bahamas,  
Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba,  
Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guadalupe, Guatemala,  
Guyana, Guyana Francesa, Haití, Honduras, Islas Vírgenes Británicas,  
Islas Caimán, Islas Malvinas (Falklands), Islas Turcas y Caicos,  
Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Jamaica, Martinica, México,  
Montserrat, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico,  
República Bolivariana de Venezuela, República Dominicana, Saint  
Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas, Suriname,  
Trinidad y Tabago y Uruguay.  
se reitera, se ha impuesto “Latinoamérica” o “América  
Latina”, nombre usado por Napoleón III y refrendado  
posteriormente por Charles de Gaulle, como expresión  
5 Valga advertir que el hispanoamericanismo no es meramente una  
nostalgia colonial, sino una reacción antiimperialista, por ejemplo  
contra las pretensiones napoleónicas en México.  
6
Todos estos términos no se refieren exclusivamente al territorio  
entendido como espacio geográfico o estatal. También pueden reseñar  
al territorio como relación social en el espacio. Por ejemplo Indoamérica  
pretende conceptualizar un conjunto social, una comunidad integrada  
por un componente étnico o racial.  
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de un intento imperialista cultural encabezado por las  
antiguas Galias que restauraría su maltrecho prestigio en  
el mundo de habla romance (Ruiz-Gaytan, 2002).  
de combinar la economía, la política y la ideología, lo que  
implica que a veces se refuerce esa unidad y que en otros  
momentos se disuelva” (p.23).  
Más allá de posturas geográficas – físicas o sociales –  
culturales, o lingüísticas, podríamos pensar en descubrir  
una identidad subcontinental fuerte, construida a partir de  
múltiples relaciones, ya sea que se refieran a una cultura  
común o a vínculos de otra naturaleza. No obstante, la  
diversidad misma de las naciones latinoamericanas,  
su realidad tan difícilmente asequible, amenaza con  
menospreciar esta justificación. La escasa densidad de  
las relaciones económicas y hasta culturales de naciones  
que, durante casi dos siglos de vida independiente, se han  
dado la espalda una a otras, las enormes disparidades  
entre países no favorecen una real conciencia unitaria.  
Vectores para identificar las características definitorias  
de América Latina  
América Latina como producto del mismo camino a la  
modernidad  
Precisamente, en reconstrucción de esta historia, se  
pueden señalar los elementos que parecieran delimitar  
las características más evidentes de América Latina. El  
primero que se propone indica que América Latina es un  
producto del occidente europeo. En efecto, en relación con  
el resto del mundo en desarrollo, existe una singularidad  
del subcontinente latino que es flagrante: él mismo  
es una invención de Europa, ya que, por la conquista,  
entró a la esfera cultural occidental. Las civilizaciones  
precolombinas, en crisis para algunos en el momento  
de la llegada de los españoles, no resistieron en efecto a  
los invasores que impusieron sus lenguas, pero también  
sus valores y religión. Así como Roma marca a España  
un futuro sin improvisaciones, al latinizarla, España y  
Portugal marcarán en lo que se conocerá como América  
Latina su impronta al transmitir a las nuevas tierras este  
sello latino (Ruiz-Gaytan, 1992; O’Gorman, 2006).  
Seguimos en el problema, ¿qué abarca este concepto tan  
ampliamente usado y aceptado hoy en día? Como hemos  
visto, las evidencias del sentido común desaparecen  
pronto. Las disparidades entre países saltan a la vista. Sin  
embargo, si bien la definición Latina de un subcontinente  
no abarca integral ni adecuadamente realidades  
multiformes y en evolución, no por ello se puede  
abandonar teóricamente un concepto con tan amplio  
espectro de representación, y con una gran potencialidad  
como matriz reflexiva. Se reitera, América Latina existe.  
Estos señalamientos tienen por único objeto subrayar que  
el concepto América Latina no es ni plenamente social  
Ese carácter europeo de las sociedades de América  
Latina tiene consecuencias evidentes sobre el desarrollo  
socioeconómico de los países involucrados. La  
continuidad con Occidente facilita los intercambios  
culturales y técnicos que no tienen ningún obstáculo  
lingüístico o ideológico. La fluidez de las corrientes  
migratorias ha multiplicado las transferencias de  
conocimientos y capitales.  
cultural, ni solamente físico – geográfico. Que es un  
concepto especialmente vago y ambiguo, pero que no por  
ello puede ser desechado, o sea un asunto sobre el cual  
ya no valga la pena discurrir. Como categoría analítica  
América Latina es una abstracción universal que sin duda  
permite, en el lenguaje, expresar situaciones particulares  
y concretas. Estas situaciones, pueden ser analizadas  
con igual instrumental teórico que el empleado para las  
naciones del centro del sistema capitalista, en tanto son,  
precisamente, parte de éste y comparten una misma lógica  
de funcionamiento. La diferencia está, en cambio, en la  
“Si con algún movimiento fundamental de la historia ha  
de relacionarse la colonización de toda América Latina, es  
con la acumulación originaria a escala mundial” (Cuevas,  
2004, p. 13). Esto implica que desde un comienzo  
Latinoamérica no origina su historia, sino que entre en  
ella llevada por Europa. El hecho de ingresar por “anexión”  
al concierto mundial, incorpora al análisis de su estudio  
la posibilidad de análisis como una comunidad social  
homogénea. Es este juego dialéctico el que imprime los  
cimientos sobre los cuales se levantaran posteriormente  
los actuales Estado Latinoamericanos.  
7
historia de unas y de otras (Ansaldi, 2000) . Al respecto, es  
posible adherirse a lo expresado por el profesor Touraine  
(
1989), cuando afirma que América Latina “define su  
especificidad a partir de su modo de desarrollo, su forma  
7
Al respecto se resalta que el análisis histórico concreto del concepto  
América Latina” introduce elementos enriquecedores al mero análisis  
lógico – constructivo. Como se verá, situaciones como la dependencia,  
la complejidad de las relaciones étnicas y de clases, las modalidades  
de relación entre sociedad civil y estado, y de las propias formaciones  
de éste y de las naciones de América Latina son ejemplos de esta  
aportación.  
Una vez anexos de una forma específica al concierto  
mundial, lo que le asigna un sitio determinado, América  
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Latina se hace a partir de un mismo recorrido hacia la  
modernidad. Estas sociedades han recorrido el similar  
camino, con pocas variaciones, a la modernidad  
capitalista. Casi dos siglos de vida independiente del  
conjunto de naciones no pueden hacer borrar de tajo  
la profunda influencia de tres siglos de conquista y  
colonización, los cuales marcaron de manera irreversible  
las configuraciones sociales y labraron el singular  
destino de las futuras naciones, y permiten hoy en  
producto de su ruptura con Inglaterra y la forma de  
organización del Estado, que se expresa en las diversas  
copias constitucionales de los países americanos. Francia  
influye más en lo referente a las fuentes ideológicas  
y culturales, que en lo económico. El legado de la  
revolución es retomado: el pensamiento iluminista y los  
enciclopedistas, aunque restringidamente, ingresaron a  
América Latina.  
8
día, diferenciarlas . Posteriormente, a partir de la  
Es viable afirmar que la proclamación de independencia  
se considera como el punto inicial de la conformación de  
los Estados nacionales en América Latina. Esto implica  
suponer que el nacimiento o la precaria existencia de los  
Estados latinoamericanos, en aquella época, se fundaban  
únicamente en el hecho del reconocimiento externo de su  
soberanía política. La independencia se puede considerar  
como el punto donde la comunidad latinoamericana se  
reclama para sí como nación y emprende la construcción  
del Estado, “ayudado” por los rápidos reconocimientos de  
las grandes potencias interesadas en su liberación, pero  
falto de los componentes fundamentales en su estructura.  
independencia, los Estados del subcontinente recorren  
con pocas diferencias y retrasos, trayectorias paralelas en  
las cuales aparecen períodos claramente discernibles.  
Aunque para realizar el descubrimiento y posteriormente  
adelantar la colonización se requería de un determinado  
desarrollo científico – tecnológico, lo decisivo para  
nuestro caso se constituía en el desarrollo capitalista  
y proceso de racionalización política y jurídica de los  
nuevos tiempos. Las profundas diferencias entre la  
América colonizada por Inglaterra y Francia, frente a la  
América colonizada por España y Portugal, se plasman  
en los componentes étnico, lingüístico y cultural y en un  
estructurar político que consolidan Estados – nacionales  
como entidades totalmente diferentes. El hecho de estar  
en manos del monarca la administración eclesiástica,  
evitando la secularización del Estado, contribuyó a  
cohesionarlo en torno a la religión como elemento  
tradicional de dominación que aún hoy subsiste con  
fuerza en Latinoamérica (Osuchowska, 2014).  
“La ruptura del pacto colonial y la formación de los  
Estados nacionales implica, por lo tanto, un nuevo modo  
de ordenación de la economía y de la sociedad local en  
América Latina” (Cardozo y Faleto, 2002, p.42). Este  
nuevo modo de ordenación enfrenta una gran limitación  
objetiva que Agustín Cueva (2004) lo expresa así: “no  
es lo mismo construir un Estado sobre el cimiento  
relativamente firme del modo de producción capitalista  
implantado en toda la extensión de un cuerpo social, que  
edificarlo sobre al infructuosa topografía de estructuras  
precapitalistas” (p.42).  
La consecución de la libertad por parte del conjunto  
latinoamericanofueunprocesorealizadoamuyaltocosto.  
No se desconoce el hecho de que la independencia haya  
sido una revolución política, que implicó la sustitución de  
una élite peninsular por una nativa, pero en difícil medida  
se puede afirmar que ésta fue una revolución socio –  
económica, que se tradujo en unas nuevas realidades  
políticas y sociales. Por el contrario, el vacío de poder, la  
desvinculación de la metrópoli y precisamente la débil  
estructura socio – económica fragmentaria y dispersa,  
llevaron de manera inexorable a la desarticulación y al  
caudillismo.  
En este mismo sentido se indica: “la fase corresponde  
en términos generales al desarrollo de una estructura  
que, partiendo de una situación de equilibrio inestable  
de diversas formas productivas, lleve a una situación  
de predominio relativamente consolidado del modo  
de producción capitalista” (Cuevas, 2004, p.40). En  
lenguaje weberiano, este conflicto expresa la lucha  
entre el capitalismo racional e irracional, en donde  
sectores librecambistas encarnan el cálculo del mercado  
(
previsibilidad), en contra de aquellos a quien un  
En cuanto a la influencia norteamericana, hay que  
reconocer que aporta a la tradición emancipatoria,  
Estado tradicional otorga privilegios. El ascenso de la  
racionalidad se presenta en América Latina de manera  
similar a todas sus naciones y de una manera antagónica.  
8
Estamos sin duda en presencia de una “colonialidad del poder”.  
Fenómeno inserto en los procesos coloniales, pero más profundo  
y duradero que este, en la medida que impone una determinada  
intersubjetividad del mundo. Se funda en la imposición de una  
clasificación étnica de las poblaciones, y opera en cada uno de los  
ámbitos de la existencia social (Quijano, 2002).  
Siguiendo al gran sociólogo brasilero, Florestan  
Fernandes (1973), coincidimos con la siguiente tesis:  
“En América Latina la modernización se llevó a cabo  
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de manera segmentada y según ritmos que requieren la  
fusión de lo moderno con lo antiguo, o de lo moderno,  
con lo arcaico, sucediendo lo que podría describirse  
como la modernización de lo arcaico y la simultánea  
arcaización de lo moderno” (p. 236). Este tipo específico  
de modernidad no rompió con el antiguo sistema colonial  
ni superó totalmente el posterior proceso neocolonial, lo  
que llevó, como se dirá mas adelante, al surgimiento y  
consolidación de un capitalismo dependiente.  
para generar, o integrar, el progreso técnico de la misma  
manera que lo hace el centro; por ello, la productividad  
del trabajo aumenta más lentamente en la periferia  
y, en consecuencia, los sectores productores para la  
exportación de materias primas, que forman la esencia  
de la periferia, progresan más lentamente que los sectores  
productores de manufacturas, que es lo característico del  
centro;  
b) en la periferia los sectores de escasa productividad,  
como la agricultura de subsistencia, generan un continuo  
excedente de mano de obra, que presiona a la baja sobre  
los salarios del sector moderno lo que, además de hacer  
que no crezca el mercado interno, disminuye los precios  
del sector de exportación;  
Por ahora, cabe destacar que el primer punto de la  
modernización consistió en la estructuración del marco  
jurídico y la permanente afluencia de constituciones  
y leyes así lo demuestran; esta modernización se verá  
mediada por las estructuras tradicionales y el fuerte  
componente autoritario.  
c) tanto las diferencias de productividad como la baja  
de los precios explican la tendencia al aumento de las  
diferencias entre el ingreso en el centro y la periferia;  
América Latina como parte de la zona periférica y su  
consecuente dependencia  
Se aprecia como el conjunto que se pretende especificar  
se delimita en una colección de naciones y territorios que  
compartenlaanexiónforzadayelmismocaminomarcado  
por similares faros en la modernidad. La consecuencia  
de esto demarca también una situación muy propia de  
los países de América Latina, su situación en la zona de  
periferia mundial. La metáfora geométrica del centro  
y la periferia se usa frecuentemente para describir la  
oposición entre los dos tipos fundamentales de lugares en  
un sistema espacial: el que lo domina y saca provecho de  
esto, el centro, y los que lo sufren, en posición periférica.  
Esta pareja conceptual ha sido utilizada por múltiples  
y variadas escuelas económicas. Los economistas de  
las desigualdades de desarrollo son los que le dieron su  
forma contemporánea (CEPAL, 1949).  
d) se produce una tendencia al desarrollo desigual entre  
los polos que forman el sistema  
Si nos situamos desde una perspectiva socioeconómica  
y geopolítica, podemos afirmar categóricamente que las  
naciones latinoamericanas, cualesquiera sea su nivel de  
riqueza y prosperidad, ocupan el mismo lugar dentro de  
la estructura formada por la discrepancia entre centro  
y periferia. Todas ellas aparecen en vías de desarrollo o  
de industrialización y ninguna forma parte del “centro”  
desarrollado. Todos dependen históricamente del  
mercado mundial como productores de materias primas  
y de bienes alimentarios. Del centro reciben tecnología,  
capital y los modelos culturales. Este es, sin duda, una  
notable particularidad e innegable factor de unidad.  
América Latina más que una situación, en muchos casos  
y con pocas excepciones, es una condición basada en el  
subdesarrollo y en el colonialismo.  
Centroyperiferiasediferencianporquetienenestructuras  
productivas diferentes: el primero se caracteriza por una  
estructura diversificada y homogénea; mientras que la  
segunda, por el contrario, posee una estructura simple y  
heterogénea. En el centro se genera el progreso técnico y  
se aplica, con lo que se beneficia de los incrementos de  
productividad que supone, mientras que la periferia se  
encuentra supeditada a los avances que se producen en el  
primero y se beneficia de los mismos no cuando lo quiere  
y necesita sino cuando se lo permiten (Prebisch, 1981).  
Las naciones latinoamericanas se hacen analizables en  
conjunto, ya que las mayorías se han visto compelidas  
a asumir, dentro de su papel en la periferia, una misma  
estrategia de desarrollo, ya sea por dinámicas propias de  
la economía global o por imposición de centros externos.  
En este sentido, se destaca que no han existido bloques  
con concepciones o prácticas de desarrollo abiertamente  
distintas, sino que una gran mayoría han seguido “la  
misma ruta” dentro de una visión panorámica y general.  
Las relaciones entre centro y periferia se resumen en los  
siguientes puntos:  
La dependencia se hace un hecho presente tan antiguo  
como su origen, como naciones independientes. Sus  
a) la periferia permanece retrasada por su incapacidad  
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desarrollos siguen pautas enmarcadas en las relaciones  
coloniales y neocoloniales y que las condena a la  
subordinación. Es indudable que la carga de su historia  
limita sus potencialidades o las desvía para servir a  
potencias hegemónicas y que, en el presente, guía sus  
actividades merced a estructurales desequilibrios en las  
balanzas comerciales y de capital. La dependencia es la  
característica más constante para el llamado “Tercer  
Mundo”. Está presente en lo cultural, en lo tecnológico,  
en la información, pero particularmente en lo económico  
y en lo político (Escobar, 1998).  
económicas. Al momento de explicar por qué América  
Latina no se ha podido desarrollar como otras naciones en  
el mismo periodo de tiempo, se ha visto que su desarrollo  
está condicionado por ciertas relaciones internacionales  
definibles como relaciones de dependencia, lo que somete  
este proceso a ciertas leyes específicas que lo definen.  
La dependencia no es un fenómeno externo a la realidad  
económica latinoamericana. No es sólo el influjo  
de intereses extranjeros que imponen condiciones  
comerciales desfavorables o modelos de obligatorio  
seguimiento. Por el contrario, la situación de dependencia  
condiciona las estructuras internas de nuestros  
países, haciéndolos intrínsecamente dependientes. La  
dependencia es algo muy profundo, ligado íntimamente  
a mecanismos internos de funcionamiento de las  
sociedades latinoamericanas. Nuestro propio desarrollo,  
cuando está presente, es un desarrollo dependiente.  
Con esto no se quiere incurrir en el error de generalizar  
u ofrecer una explicación tan general, sin tener en  
cuenta las correspondientes variables históricas, en  
este caso, la estructura particular de las sociedades  
hispanas y americanas al momento de su “europeización”.  
Tal postura llevaría a afirmar absurdos como que el  
actual subdesarrollo es consecuencia monocausal  
de la penetración capitalista, o que las inversiones  
extranjeras, sin ninguna diferenciación, son una forma de  
explotación imperialista y causa última y determinante  
del subdesarrollo (Sotelo, 1980).  
El concepto de dependencia se relaciona con este  
desarrollo inducido, que viene del exterior, como  
contrapartida a un desarrollo autónomo vinculado a lo  
tradicional. El desarrollo inducido depende básicamente  
de la demanda externa. Sus realizaciones industriales  
no implican el desarrollo de factores básicos. El factor  
dinámico viene de las exportaciones de materias primas y  
es, por tanto, un dinamismo dependiente.  
Desafortunadamente, para el caso latinoamericano,  
su especificidad histórica la iguala y la dependencia  
la determina. Desde el inicio, la historia económica y  
social de América Latina se incluye dentro de un marco  
en el que las relaciones de dependencia desempeñan  
un papel primordial en la persistencia de determinadas  
estructuras, que se han ido reformando, pero siempre  
en el mantenimiento de Latinoamérica, en la posición  
dependiente.  
Entre los elementos variables de la dependencia están  
las estructurales como la heterogeneidad de la base  
económica, especialización internacional, deuda externa,  
sistema jurídico en general y de propiedad en particular, y  
el peso del estado en el sistema internacional, entre otros.  
Entre los funcionales están el tipo y la cantidad de las  
exportaciones frente a las importaciones, y por tanto, los  
saldos en la balanza comercial y la cuenta de capitales, los  
pagos netos por tecnología, el déficit presupuestario, las  
relaciones con el FMI, acuerdos comerciales, entre otros.  
A pesar de que tal circunstancia se haya identificado y  
haya querido corregirse, las diferencias con el mundo  
industrializado van ahondándose, y ya desde la mitad del  
siglo XIX el desnivel es tan grande, que es factible definir  
a Latinoamérica por su falta de estructura industrial  
y dentro de las necesidades e intereses de las naciones  
industriales. En el año de 1978, la Conferencia para el  
Desarrollo de la Industria, promovida por las Naciones  
Unidas, estableció que los países del Tercer Mundo  
debían tener para el año 2000 una participación del 25%  
en la producción industrial mundial. Sin embargo, en el  
año 1984 esta participación solamente era de un 9%.  
Las crisis de América Latina son un reflejo y una  
a niveles nacionales, de la crisis  
internacional. Los fenómenos de dependencia se  
manifiestan en ella crudamente.  
reproducción,  
Núcleo de certeza positiva  
Con base en los caracteres expuestos, parece posible  
identificar un conjunto amplio de países del continente  
americano que hacen parte de la extensión del concepto  
de “América Latina”, construido a partir del contexto  
establecido (anexión europea al concierto mundial,  
El tema de la dependencia es clave como elemento de  
análisis de nuestra realidad. No son pocos los teóricos  
que ven en él la razón más profunda para explicar el  
invencible atraso y las constantes crisis y recesiones  
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su recorrido similar en la modernidad y posición en  
la periferia - dependencia). Los mismos parecieran  
identificarse en su totalidad con los pertenecientes a  
América Central, del Sur y el Caribe.  
Se reconoce que el occidente europeo del descubrimiento  
y la conquista no fue único ni homogéneo. Como ya se  
afirmó, existían diferencias entre Inglaterra, Francia,  
España o Portugal, contrastes que se plasmaron en los  
territorios por ellos anexados. Los componentes étnico,  
lingüístico, cultural y político consolidan estados –  
nacionales como entidades abiertamente divergentes.  
Así, se nos presenta un conjunto demasiado heterogéneo  
que nos ofrece, sin duda, los casos paradigmáticos, pero  
que igualmente incluye muchos abiertamente discutibles  
por pertenecer a una zona de penumbra. Sin una mayor  
delimitación, se incluyen casos como la Guyana francesa  
o las Antillas holandesas, naciones del continente  
americano anexadas al concierto mundial por naciones  
europeas como Francia y Holanda, con un recorrido en la  
modernidad con patrones similares a los de sus naciones  
vecinas, y desde luego, pertenecientes a la periferia  
capitalista. No obstante, naciones que poco integran el  
concierto latinoamericano. Por ejemplo, y como señala  
Heine (1989), muchas zonas del caribe reflejan realidades  
muy distintas a las latinoamericanas. El legado histórico  
de la esclavitud, un pasado colonial reciente, economías  
de plantación, tamaño territorial pequeño con muy pocos  
recursos naturales, dan pie a una realidad muy distinta  
a la de los países latinoamericanos, con territorios y  
poblaciones de un tamaño mucho mayor, más de siglo  
y medio de vida independiente, un fuerte componente  
indígena en su población y economías diversificadas. Son  
patrones muy distintos en términos de pasado histórico,  
étnico y cultural.  
Para efectos de nuestro estudio, consideramos que los  
países que conforman el núcleo de certeza positiva del  
concepto de América Latina son aquellos que heredan  
una tradición latina más directa, al ser conquistados por  
pueblos que construyeron su identidad étnico – cultural  
a partir de la antigua Roma y que hablan una lengua  
derivada del latín (lenguas romances), principalmente  
los españoles, franceses, italianos y portugueses, en  
contraste de naciones de América que se fundaron con  
tradición anglosajona, que se apartan históricamente de  
la tradición romana.  
Las profundas diferencias entre la América colonizada por  
Inglaterra o Francia, frente a la América colonizada por  
España o Portugal, se plasman en los componentes étnico,  
lingüístico y cultural, así como en un estructurar político  
que consolidan Estados – nacionales como entidades  
totalmente diferentes, siendo más latinoamericanas  
aquellas correspondientes a la América hispánica, que a  
la América anglosajona.  
Recordando la cita de Touraine, América Latina se define  
a partir del modo como se desarrolla y combinan las  
características ofrecidas, lo que implica que a veces se  
refuerce esa unidad y que en otros momentos se disuelva.  
De este modo, encontramos países que comparten  
modelos más homogéneos en lo social, lo político y de  
desarrollo, y por ende refuerzan una unidad en perjuicio  
de otros territorios.  
Esta dispar anexión implica la relación con un interlocutor  
diametralmente distinto, con intercambios culturales de  
componente lingüístico e ideológico diferente, así como  
la determinación de otras corrientes migratorias. Esto las  
ubica en parecidas pero distintas rutas en su camino hacia  
la modernidad y en una posición medianamente común,  
pero con matices en el concierto capitalista mundial. Se  
diferencia entonces un amplio territorio bajo el dominio  
de una España y Portugal; se conforma una “América  
Latina” que se caracterizará por sostener durante tres  
siglos el poder de la península Ibérica. Evidentemente,  
el espíritu del capitalismo se había apoderado de Europa,  
pero no sobrepasando los pirineos. España y Portugal  
mantienen su imperio a costa de sus colonias, pero sus  
riquezas consolidan el surgimiento del imperio de otros.  
En este proceso se excluyen países que, en su recorrido  
en la modernidad, se han diferenciado de las otras  
naciones. Este es el caso de aquellas que han proclamado  
su independencia como naciones hace relativamente  
poco tiempo o que, a pesar de su amplia autonomía, aún  
pertenecen a la mancomunidad británica o de los países  
bajos. Esto nos invita a delimitar más la extensión de  
nuestro concepto excluyendo principalmente a varias  
islas del Caribe y algunos territorios continentales, ya que  
los mismos se vinculan más con el sistema europeo que  
representan en ultramar, que con sus países vecinos de  
América Latina.  
La colonización de los inmigrantes ingleses,  
a
diferencia de los españoles y portugueses, no solo se  
constituía de aventureros y buscadores sedientos de  
oro en cumplimiento de una empresa eminentemente  
monárquica. La colonización inglesa se sustenta en las  
familias que huyen de la persecución religiosa vigente en  
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Inglaterra, familias con la tradición cultural y política de  
la madre del capitalismo.  
la precaria existencia de los Estados Latinoamericanos  
en aquella época se fundaban únicamente en el hecho  
del reconocimiento externo de su soberanía política.  
La independencia se puede considerar como el punto  
donde la comunidad del núcleo duro latinoamericano se  
reclama para sí como nación y emprende la construcción  
del Estado, ayudado por los rápidos reconocimientos de  
las grandes potencias interesadas en su liberación, pero  
falto de los componentes fundamentales en su estructura.  
En palabras de Cardoso y Faleto (2002): “La ruptura del  
pacto colonial y la formación de los Estados nacionales  
implica, por lo tanto, un nuevo modo de ordenación de  
la economía y de la sociedad local en América Latina”  
(p.42).  
Por el contrario, en los territorios que denominamos  
latinoamericanos de núcleo duro, una monarquía  
centralizada, impondrá fuertes rasgos de paternalismo,  
rasgos que se expresan en la noción de la colonización  
como una empresa personal de la Corona, que hacía  
que el aparato administrativo se levantara sobre bases de  
adhesión dinástica o por un criterio religioso católico. El  
fin de la corona es exclusivamente su predominio.  
Launificaciónespañolasignificódesprendersedelatécnica,  
la ciencia, los desarrollos jurídicos y administrativos  
propios de la evolución del capitalismo. En conjunto, esto  
se manifestará más adelante en una dirección autoritaria  
desde la metrópoli: “un reglamentarismo minucioso y  
universal que pretende operar sobre todas las fuerzas,  
actividades y formas” (Kaplan, 1976, p.67).  
En este contexto se entienden los conflictos generados en  
América Latina, que enfrentaba de una parte los intereses  
de las grandes potencias (de Inglaterra principalmente);  
de otra, los diversos intereses que los estamentos de la  
sociedad colonial perseguían y, por último, los de los  
caudillos de la independencia, no siempre linealmente  
correspondiente a uno o a otro sector. “La clave en  
estas luchas gira en torno a un conflicto básico entre las  
oligarquías en emergencia con pretensión hegemónica  
y grupos regionales, artesanales, manufactureros y  
comerciales, que logran cierta acumulación de capital y  
se orientan hacia el mercado interno” (Kaplan, 1976, p.  
La visión de América Latina como proveedora de metales  
preciosos y materias primas, se percibe en la organización  
político – administrativa: este sistema imperial tenía su  
cabeza en el propio monarca, en la casa de Contratación  
de Sevilla y en el Consejo de Indias, y abarca todos los  
ámbitos de la gestión burocrática, la legislación, la justicia,  
el comercio, las finanzas la guerra y la religión.  
142).  
En general, el efecto es descrito así por Kaplan (1976):  
La expresión de estos conflictos se recoge en la historia  
como las luchas entre unitarios y federales, conservadores  
y liberales, centralistas y federalistas, etc. Sus resultados  
son el conjunto de guerras civiles y anarquías que cubren  
buena parte del siglo XIX.  
El intervencionismo paternalista y la fuerte  
voluntaddecentralizaciónpolítico–administrativa  
de la corona exigen y provocan una expansión de  
la burocracia urbana, intermedia entre las regiones  
coloniales y la metrópoli, entre las poblaciones  
americanas y la corona, entre los propios grupos  
socioeconómicos componentes de cada esfera y  
nivel, dentro de la compleja dialéctica del sistema.  
Se desarrollan así aparatos articulados de gobierno,  
influyentes sobre las sociedades y regiones que  
rigen y que se convierten en la fuente de obtención  
de goce del poder y la riqueza. (p.75).  
En este primer periodo, los países latinoamericanos  
emprenden la delimitación de su territorio y el  
desarrollo de su juridicidad. En medio de “anexiones” y  
“separaciones” los países expedían textos constitucionales  
(copiados del modelo norteamericano o francés) en busca  
de formalizar su establecimiento y sus nuevas fronteras.  
Poco a poco se va elaborando un nuevo derecho que  
deroga el heredado de la colonia, desarrollo inteligible  
solamente a través de la manera como se estructura la  
alianza dominante al interior de cada país.  
Tales diferencias se proyectarán igualmente en su vida  
como repúblicas independientes. Con el ideario libertario  
de la revolución francesa y con el ejemplo continental  
de los Estados Unidos de Norteamérica, las naciones  
del núcleo duro de certeza inician con los procesos  
de independencia la conformación de los Estados  
nacionales. Esto implica suponer que el nacimiento o  
En este contexto, los intentos de constituir el andamiaje  
estatal jurídico – administrativo de los nuevos países se  
caracterizaron, y aún se caracterizan, por ser acuerdos  
donde se combinan distintos grados de coacción y  
consenso que se traducen en pactos entre una ambigua  
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estructura del Estado, que ajusta el paternalismo y  
el patrimonialismo con cierta dosis de burocratismo  
racional, eficaz y objetivo. Al respecto Kaplan Afirma:  
Todo este proceso descrito, está ausente en los países que  
no se incluyen en el núcleo de certeza positiva, los cuales  
fueron colonizados por otras potencias europeas y se  
hacen herederos de disímiles lenguas y costumbres. Solo  
hasta el 8 de diciembre de 1972, los primeros países del  
Caribe no hispano lograron su independencia de las viejas  
metrópolis, muchos años después que las naciones del  
continente iberoamericano, con unos procesos disímiles  
en su construcción como estados – nación. Mientras en el  
continente las colonias se liberaban a principios del siglo  
XIX, en el Caribe y en puntuales territorios continentales  
prevaleció la aquiescencia y la adhesión a los regímenes  
coloniales.  
Las etapas y características de tipo tradicional –  
patrimonialista se confunden o se entrelazan con  
las de tipo burocrático. (...). El poder y la autoridad  
se personalizan. Su atribución y su ejercicio se  
fundan más en criterios de tipo personal que en  
criterios formales. El aparato gubernamental y  
administrativo recurre a notables y dignatarios  
más que a funcionarios en sentido estricto (p.213).  
Por ahora, cabe destacar que el primer punto de la  
modernización consistió en la estructuración del marco  
jurídico y la permanente afluencia de constituciones  
y leyes así lo demuestran; esta modernización se verá  
mediada por las estructuras tradicionales y el fuerte  
componente autoritario del Estado, como sucedió con  
la división de poderes. Al respecto Kaplan anota: “La  
división de poderes es uno de los principios abstractos del  
régimen constitucional que más va siendo desvirtuado  
en la práctica. Los países latinoamericanos heredan del  
pasado y refuerzan la centralización y el poder político”  
Su pequeña extensión, su insularidad y el componente  
principalmente étnico de su conflicto social, demarcan  
una construcción de sus estados nación, bajo una tutela  
férrea de la metrópoli, que solo se desvanece con los  
procesos descolonizadores impulsados por las Naciones  
Unidas bien entrado el siglo XX.  
Conclusión  
(
Kaplan, 1976, p. 2010).  
De las líneas expuestas, ya es posible identificar las  
naciones que componen el núcleo de certeza positiva de lo  
que llamamos América Latina, es decir, aquellas naciones  
que se conforman como los casos paradigmáticos de este  
término, sobre los cuales no cabe duda de su inclusión en  
la extensión del concepto. Estas son: Argentina, Bolivia,  
Brasil, Chile, Colombia, Costa, Rica, Ecuador, El Salvador,  
Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,  
Paraguay, Perú, República Bolivariana de Venezuela y  
Uruguay.  
Los Estados latinoamericanos de núcleo de certeza  
positiva, recogen con lujo de detalles la tradición legalista.  
La necesidad de institucionalizar el Estado, de reafirmar  
la territorialidad y legalizar la legitimidad, sumada a la  
creencia de que la normatividad por sí sola solucionaba  
los problemas, son los ingredientes de tal tendencia.  
Verbigracia, la aspiración de lograr un Estado nación  
moderno, racional administrativamente, condujo a una  
creación principalmente legal del derecho, a diferencia del  
desarrollado en otros países de creación principalmente  
jurisprudencial, con una mayor coherencia respecto a las  
condiciones sociales, políticas y estatales en las cuales se  
realizaba.  
Las naciones más cercanas a este NCP serían los países  
del Caribe hispánico (Cuba, Puerto Rico, República  
Dominicana y Haití), países a los que es realmente  
problemático excluir del núcleo duro del concepto y  
que exigirían un análisis más detallado caso por caso.  
Para efectos de este estudio, el solo hecho de que no sea  
del todo claro su inclusión y que sea posible lanzar una  
sombra de duda sobre su inclusión, es suficiente para su  
exclusión.  
Respecto al proceso de burocratización, fenómeno  
ampliamente ligado por Weber al desarrollo del  
capitalismo y al destino del Estado nacional y un  
consecuente derecho racional, adquiere en Latinoamérica  
la particularidad de expresarse en función de lo que  
Oszlak (2007) ha definido como “(...) el dilema de orden y  
progreso” (p.21). Los esfuerzos encaminados a centralizar  
y racionalizar sus funciones se enfrentan, a cada caso, con  
el desarrollo del capitalismo hasta entonces logrado y la  
homogeneidad social alcanzada.  
Se puede proponer el siguiente cuadro clasificatorio a  
modo de conclusión:  
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