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Carla Ojeda-Zambrano
KAIRÓS, revista de ciencias económicas, jurídicas y administrativas, 7(12), pp. 63-81. Primer Semestre de 2024
(Ecuador). ISSN 2631-2743. DOI: https://doi.org/10.37135/kai.03.12.04
al constituirse en un sistema propiamente dicho, sus elementos se encuentran en constante
interrelación lo cual da cuenta de su habilidad para formar nexos, según explica Varela (1995)
y continuar su evolución hasta lograr que la institución se convierta en longeva.
El concepto de longevidad empresarial ha sido estudiado en los últimos años, pues concita interés
para determinar las causas o motivaciones por las cuales las empresas alcanzan un importante
nivel de perdurabilidad en el mercado, lo cual se relaciona con su capacidad de adaptarse a
diferentes entornos según Fernández y Casanova (2012). Ahora bien, no solo se trata de lograr
longevidad sino también perdurabilidad lo cual suele generar debate y discrepancia entre ambos
términos, de acuerdo con Rivera y Malaver (2008). Según Castillo (2018) la permanencia
empresarial tiene relación con la habilidad de las empresas para encarar los cambios producidos
en el entorno y generar un rendimiento superior. Conforme señala Navarrete y otros (2014) las
empresas se encuentran expuestas a diversas variables; sin embargo, su interacción con sus
comunidades y el aporte al desarrollo son factores relevantes para lograr la perdurabilidad.
Tal como se puede observar, la permanencia en el mercado entraña no solo componentes
económicos sino otros de diverso tipo y complejidad, por lo cual se puede armar que es una
composición multifactorial y, por esa razón, una gran cantidad de organizaciones mueren o
alcanzan apenas una corta edad, pues trabajan bajo circunstancias económicas heterogéneas
según explica Arias-Pineda (2022), lo cual sintoniza con lo mencionado por Cadena y otros
(2006) desde dos puntos de vista: que la empresa puede ser perdurable y sin embargo ser
morbil, es decir, adolecer de importantes problemáticas internas como la escasa liquidez o, por
el contrario, que la organización haya logrado tanto perdurabilidad como salud socioeconómica.
En estudios a nivel internacional se evidencia que las empresas más longevas del mundo se
fundaron en Europa Central (Italia, Alemania, Francia, Suiza, Bélgica, Polonia, República Checa
y Suecia) y Japón según lo explica Rivera (2006), lo cual es congruente con la investigación de
Fernández y Casanova (2012) quienes reeren que las empres más antiguas se originaron antes
del siglo X particularmente en Japón y Europa (Alemania). Estos últimos autores elaboraron
una investigación comparativa enmarcada en el siglo XXI respecto a la edad promedio en
años de las empresas familiares más grandes y representativas de varias regiones del mundo,
cuyos resultados fueron: “México, 42; China, 18; Brasil, 53; Alemania, 141; España, 52 y
Estados Unidos, 76”. Cabe mencionar, sin embargo, que este promedio de edad se circunscribe
a empresas consideradas como grandes y no a las organizaciones de dimensiones menores.
Dentro de los factores que contribuyen a la longevidad empresarial se encuentra la responsabilidad
social empresarial, RSE, que según varios estudios como el de García y López (2021) en el
estado de Chipas, México, puede potenciar la permanencia en el mercado. Por otro lado, en
otras investigaciones como la de Fuentes y otros (2019) en Córdoba, España, se fortalece el