Competitividad y desarrollo sostenible: un estudio de datos de panel para América Latina
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KAIRÓS, revista de ciencias económicas, juridicas y administrativas, 7(12), pp. 24-43. Primer Semestre de 2024
(Ecuador). ISSN 2631-2743. DOI: https://doi.org/10.37135/kai.03.12.02
En este contexto, la competitividad no puede ser concebida como la maximización de la
producción, sin considerar elementos claves de la innovación y circularidad, además de la
responsabilidad social corporativa. Orientando no solo los esfuerzos a desarrollar la capacidad
de las empresas, industrias o países para competir en los mercados globales y lograr una ventaja
en términos de eciencia, calidad, innovación y precios competitivos, sino a la promoción de
prácticas sostenibles (Balkyte y Tvaronavičiene, 2010).
En términos agregados o de país, la competitividad guarda relación con esa capacidad de una
nación para generar y mantener un entorno favorable que promueva el crecimiento económico
sostenible, la productividad, la innovación, la inversión y la calidad de vida de sus ciudadanos.
La competitividad de un país depende de una serie de factores que interactúan entre sí, entre
los que destacan el entorno empresarial, la infraestructura, la educación, la innovación y la
capacidad tecnológica, el acceso a mercados y la estabilidad macroeconómica.
Un entorno empresarial favorable es esencial, pues considera la facilidad para hacer negocios,
la eciencia de los procesos burocráticos, la protección de los derechos de propiedad, la calidad
de la regulación, la estabilidad política y la ausencia de corrupción (Montañez et al., 2011).
Adicionalmente, la competitividad requiere de la consolidación de áreas como transporte,
energía, comunicaciones e instalaciones logísticas, pues facilita el comercio, la movilidad, la
conectividad y el acceso a los mercados internacionales.
La disponibilidad de una fuerza laboral educada, capacitada y altamente cualicada promueve
la productividad, la innovación y la capacidad de adaptación de los trabajadores a los cambios
tecnológicos y económicos (Krstić, 2021). Mientras que la innovación permite generar y adoptar
nuevas tecnologías y procesos que surgen como resultado de la investigación y el desarrollo,
la colaboración entre empresas y universidades, la protección de la propiedad intelectual y la
promoción de la transferencia de tecnología. Este proceso de innovación debe estar orientado
a la preservación del medioambiente, promoviendo prácticas sostenibles.
El acceso a los mercados internacionales y la participación en cadenas de valor global
se fortalecen mediante la eliminación de barreras comerciales, la promoción de tratados
comerciales favorables, la diversicación de los mercados de exportación y la atracción de
inversión extranjera directa. Por último, la estabilidad macroeconómica, que incluye la inación
controlada, la estabilidad cambiaria, una deuda sostenible y políticas scales equilibradas,
generan un entorno estable que favorece la inversión, la conanza empresarial y el crecimiento
económico sostenible (Winchester, 2006).
De esta forma, los factores que condicionan a la competitividad y constituyen su ecosistema,
también se relacionan con el desarrollo sostenible (Gligor y Jurcu, 2014. En primer lugar,