Alejandra A. Retamal Retamal, Nicole A. Elizondo Orellana
KAIRÓS, revista de ciencias económicas, juridicas y administrativas, 6(11), pp. 126-146. Segundo Semestre de
2023 (Ecuador). ISSN 2631-2743. DOI: https://doi.org/10.37135/kai.03.11.07
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implica el cuidado material, económico y sicológico (Batthyány, 2021), es decir, incluye
factores emocionales, motivacionales y relacionales (Esquivel, 2011). El soporte de los
cuidadores ha sido esencial para atender a las necesidades de aquellos integrantes de la familia
que se encuentran en situación de dependencia (edad, condición o capacidades) como sucede
con las personas enfermas, en situación de discapacidades, tercera edad y/o niños (Rico y
Robles, 2016), concentrando esta labor principalmente en la gura femenina (Vera et al, 2016;
Marrugat, 2005).
Aunque se tiende a considerar que los integrantes de la familia son responsables del cuidado
del otro, el límite de las obligaciones liales y maritales varía en las distintas culturas, de
acuerdo con la familia, y cada integrante en particular (Kaplan y Berkman, 2021). Esa relación,
corresponde a uno de los factores internos que determinan -o condicionan- la graduación de
la calidad del cuidado. Junto con los factores internos, es posible establecer otros de carácter
externo. Dentro de aquellos que logran inuir en la calidad de cuidados entregados por la familia,
podemos mencionar especialmente al menos 6 componentes de los cuidados: 1) Existencia de
un cuidador subrogante1; 2) Grado de dependencia; 3) Factores socioeconómicos; 4) Estructura
de la familia; 5) Calidad de las relaciones familiares; 6) Servicios de apoyo en el territorio.
Para efectos del presente artículo, nos concentramos los servicios y la oferta programática
pública destinada a los cuidados, y como estos se relacionan con la familia que los proporciona.
En primer lugar, se ha evidenciado que cuanto mayor sea la inversión estatal en los servicios
públicos y sociales, más aumenta la probabilidad de que los cuidadores principales dediquen
menos tiempo al trabajo doméstico y de cuidados. La escasez de oferta pública de servicios sólo
profundiza la desigualdad respecto a las familias con menores ingresos, pues quienes mayor
poder adquisitivo, podrán siempre contar con cuidadores formales remunerados (Moreno-
Salamanca, 2018).
Por otra parte, la escasa distribución de los cuidados entre hombres y mujeres en la familia,
las limitaciones de los sistemas de protección social y la escasez de los servicios públicos
para proveer de cuidados, se traduce en una transferencia de este a otras mujeres de diferentes
generaciones, estatus socioeconómicos o nacionalidades. Lo anterior, tiene un doble efecto:
por un lado, se abren nuevas oportunidades laborales para muchas mujeres dentro y fuera de
los hogares; por otro lado, se reparten los cuidados entre mujeres de diferentes generaciones de
las redes familiares (Martin Palomo, 2008; Mussida y Patimo, 2021).
En los estados de bienestar de países principalmente europeos, las políticas hacia los cuidados
1 El cuidado subrogado, se reere principalmente a programas se asistencia al cuidado (conocidos como “programas de rele-
vos”), el cual puede entregarse directamente en los domicilios, a través de centros de cuidados diurnos, hogares de ancianos,
etc. (Bakerjian, 2020).