KAIRÓS, REVISTA DE
CIENCIAS ECONÓMICAS, JURÍDICAS Y ADMINISTRATIVAS
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FACULTAD DE
CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRATIVAS
Revista Kairós, Vol. (2) No. 2, pp. 8-16, Enero - Junio 2019, Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador - ISSN No. 2631-2743
http://kairos.unach.edu.ec
Resumen
Uno de los ejes de debate acerca de los gobiernos Kirchneristas, cuyo mandato se extendió entre
2003 y 2015, fue las características que adquirió el mercado de trabajo tras las políticas laborales
implementadas. La dicultad del acceso a estadísticas conables ha sido un obstáculo para la
interpretación del proceso. Mediante la reconstrucción estadística a partir de los datos disponibles,
se evalúa tanto la estructura laboral, así como la calidad del empleo y el nivel de aliación sindical
que resultaron de las políticas kirchneristas. Se verica la persistencia del trabajo no registrado, un
elevado porcentaje de contratos a término, la continuidad de la caída de la tasa de sindicalización,
entre otros aspectos que se verán en perspectiva histórica.
Palabras clave
Trabajo; clase obrera; estructura laboral; Kirchnerismo; Argentina.
Abstract
One of the axes of debate about the Kirchnerist governments, whose mandate extended between
2003 and 2015, was the characteristics acquired by the labor market structure after the implemented
labor policies. The difculty of access to reliable statistics has been an obstacle to the interpretation
of the process. By means of the statistical reconstruction based on the available data, the labor
market structure, as well as the quality of the employment and the level of unionization that resulted
from the Kirchner policies are evaluated. The persistence of non-registered work, a high percentage
of forward contracts, the continuity of the fall in the unionization rate, among other aspects that will
be seen in historical perspective, are veried.
Key words
Work; working class; labor structure; kirchnerism; Argentine.
Recibido 22 noviembre 2018; Aceptado 26 diciembre 2018.
RADIOGRAFÍA DE LA ESTRUCTURA LABORAL TRAS LOS GOBIERNOS
KIRCHNERISTAS
Radiography of the labor structure after the kirchner goverments
Ianina Harari
1
Nicolás Villanova
2
Eduardo Sartelli
3
1
Centro de Estudios e Investigaciones Laborales CONICET (Argentina). Correo electrónico: ianinaharari@yahoo.com.ar.
2
Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales – CEICS (Argentina). Correo electrónico: nicovillanova@yahoo.com.ar.
3
Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales – CEICS (Argentina). Correo electrónico: eduardo.sartelli@yahoo.com.ar.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO
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Vol. 2 (2019), No. 2, Primer Semestre (Enero -Junio), (17-29)
ISSN No. 2631-2743
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Introducción
Uno de los principales debates que han atravesado los
estudios sobre el trabajo en la última década se centró
en las características del empleo a partir de las políticas
implementadas por los gobiernos kirchneristas. Los
análisis acerca de los resultados de dichas políticas se
ubican en torno a dos polos. Por un lado, quienes sostienen
la tesis de que, junto con una recomposición cuantitativa
en los niveles de empleo, se habría producido una mejora
cualitativa. Por otro, se encuentran quienes critican la
posición anterior y advierten que la recuperación de las
cifras de ocupación, no necesariamente tuvo correlato en
las condiciones de trabajo.
La visión más positiva del proceso plantea que, durante
la década kirchnerista, la sociedad se volvió a vertebrar
en torno al trabajo, por el crecimiento de la tasa de
asalarización, y al crecimiento del empleo industrial y
los servicios básicos asociados a la industria (Palomino
y Dalle, 2012), dado el proceso de “sustitución de
importaciones. Asimismo, se habría producido un
cambio en la composición del empleo al incrementarse
el peso del trabajo registrado. Todo ello implicaría un
quiebre de las tendencias previas (Panigo y Nea, 2009;
Beccaria y Maurizio, 2012) y sería prueba del surgimiento
de un nuevo régimen de empleo como consecuencia de la
acción del Estado, que habría asumido un nuevo rol, y de
la redenición de la estrategia de los sindicatos (Palomino,
2008). Respecto a estos últimos, se ha señalado el peso
que cobraron en el período como parte de lo que se llamó
revitalización sindical, siendo algunos de los indicadores
de aquel fenómeno el aumento de la tasa de aliación y de
la negociación colectiva (Senén, Trajtemberg, y Medwid,
2010).
Esta posición ha sido cuestionada mediante estudios que
abordan el período, desde un enfoque que considera que
las políticas económicas no resultan condición suciente
para alterar la estructura económica que se corresponde
a un régimen de acumulación dominante, caracterizado
como heterogéneo, dual, combinado y altamente
concentrado (Salvia y Gutierrez, 2013). La reducción de
los niveles de desempleo existentes a nes de la década
de los noventa no habría generado modicaciones
sustantivas en el mercado de trabajo en cuanto a su
segmentación, la inserción ocupacional y la existencia
de una sobrepoblación relativa, excedentaria a las
necesidades de acumulación. En relación a la producción
industrial, se ha señalado que no se produjo un cambio
estructural que modique el perl productivo moldeado
en las décadas previas y que el incremento del empleo
en este sector no generó una disminución del trabajo no
registrado y precario (Azpiazu y Schorr, 2010).
Respecto a la distribución del empleo creado por ramas
de actividad, Beccaria y Maurizio (2012) señalan que
las diferencias en la dinámica sectorial del empleo no
siguieron estrictamente las que se registran en el Producto
Bruto Interno (PBI). Así, señalan que se observa un
aumento del empleo en ramas del sector servicios, como
servicios inmobiliarios, computación o seguridad, aún
sin un correlato en el incremento de su nivel de actividad,
mientras que los sectores de transporte y comercio
perdieron importancia sobre el total, a diferencia de lo que
ocurrió con sus PBI. Asimismo, señalan que la actividad
manufacturera habría vivido una gran expansión, de la
mano de la sustitución de importaciones, pero que su
participación relativa en el empleo total no se modicó.
Por su parte, Bekerman y Vázquez (2016) analizaron la
producción, productividad y empleo de los principales
sectores industriales, en categorías según su nivel
tecnológico y su valor agregado, y encontraron que
durante el período que se denominó pos-convertibilidad
se consolidaron aquellos sectores con menor nivel
tecnológico. En el mismo sentido, Fernández y Porta
(2008) señalan que el empleo se ha reactivado en ramas
más trabajo-intensivas, sin registrarse ningún avance
hacia una mayor productividad. No podría hablarse desde
esta perspectiva, entonces, de un cambio estructural.
También se ha cuestionado la idea de que las políticas
laborales de los gobiernos kirchneristas fueron de la
mano de una revitalización sindical. El punto que nos
interesa de ese debate es el de la tasa de aliación. Atzeni
y Ghigliani (2008) señalan que se mantuvo en niveles
elevados, pero las cifras padecen de cierta distorsión al
no reejar la escala que adquirió el trabajo no registrado.
En este artículo proponemos abordar la situación de los
trabajadores asalariados a partir de los resultados que
se observan al nal de los tres gobiernos kirchneristas,
entendiendo que deben comprenderse como una
totalidad, sobre la base de la estadística disponible, y en
una perspectiva histórica que permita situar el período
en el marco de tendencias generales, para establecer si las
mismas fueron o no revertidas. Se comenzará con una
breve reseña de las principales reformas en el campo de
las políticas laborales del kirchnerismo. Luego, se pasará
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al análisis cuantitativo de ciertas variables signicativas.
Para ello se utilizarán, en especial, las bases de datos de la
Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Si bien la EPH
presenta limitaciones, dado que releva una muestra en los
principales aglomerados urbanos, es la única que resulta
de utilidad para reconstruir la imagen de la estructura
laboral de la clase obrera argentina. Los datos del Censo
de población de 2010 son escasos y, muchos de ellos,
también están basados en una muestra. Por otro lado,
el último censo económico fue publicado en 2005 pero
contiene datos relevados en 2003. Para la clase obrera
rural no se cuenta con el Censo Agropecuario ya que el
último es de 2002.
El objetivo del presente estudio es analizar la estructura
de la clase obrera ocupada sobre el nal del período
kirchnerista, con el propósito de evaluar cuáles son las
principales características del empleo en la Argentina
y, a partir de ellas, indagar en qué medida las políticas
estatales impactaron en una mejora de las condiciones
laborales generales. En primera instancia se analiza la
distribución por rama de actividad, y si existe vinculación
con el peso de esos sectores en el conjunto de la
economía. Luego, se examina el trabajo no registrado, su
relación con la distribución de la fuerza de trabajo por
tamaño de establecimiento y la diferencia salarial con los
trabajadores registrado. Otras variables que se abordan
son los contratos temporales y el nivel salarial. De todas
ellas se reconstruye una evolución histórica para así poder
comparar el período de los gobiernos kirchneristas con
la trayectoria previa de cada uno de los indicadores. Por
último, la evolución histórica de la tasa de aliación podrá
indicarnos los límites que parecen haber alcanzado lo
que se denominó el proceso de “revitalización. Si bien la
discusión respecto a este concepto es amplia, nos interesa
particularmente analizar la tasa de aliación, porque es
un indicador del nivel de organización corporativa de la
fracción ocupada de la clase obrera, y el interés por esa
forma de organización en tanto órgano de defensa de
sus intereses económicos. A su vez, el análisis del nivel
salarial nos permitirá evaluar si el mayor dinamismo
de la negociación colectiva dio como resultado una
recomposición en términos históricos del nivel salarial.
La regulación laboral
Durante el período de los gobiernos kirchneristas (2003-
2015), se dictaron una serie de normativas legales que
tendieron a regular las relaciones laborales. Muchas de
ellas, buscaron reducir el nivel de empleo no registrado.
En 2004, el gobierno de Néstor Kirchner presentó un
proyecto de ley que fue aprobado para la derogación
de la reforma laboral sancionada bajo el gobierno de
De la Rúa, pero que mantenía vigente la legislación del
período menemista, e introdujo algunas modicaciones
(Ley 25.877/04). Entre los puntos más importantes se
encontraba el tope indemnizatorio. Se mantuvo el tope del
salario base sobre el que se calculan las indemnizaciones
que se impuso durante los gobiernos de Menem (Ley
23.697/89 y 24.013/91), que consistía en un promedio
de las remuneraciones del convenio calculado por el
Ministerio de Trabajo, pero redujo el piso indemnizatorio
de dos salarios a uno. Sobre las modalidades precarias de
empleo, mantuvo en tres meses el período de prueba y las
modalidades de pasantías.
En cuanto a la promoción del empleo y el blanqueo, se
redujeron los aportes para el registro de trabajadores de
pymes y grandes empresas. En 2014 se aprobó la Ley de
Promoción del Trabajo Registrado y Prevención del Fraude
Laboral (Ley 26.940/14), mediante la cual se eliminaban
las cargas patronales relativas a las jubilaciones y las
asignaciones familiares para quienes incorporasen
personal, lo cual habilitaba también el blanqueo de
los trabajadores no registrados. Según el tamaño del
establecimiento, el empleador obtenía durante dos años
un descuento para los nuevos trabajadores contratados
por tiempo indeterminado. Las empresas con menos de
15 empleados no abonaban esas cargas durante el primer
año y durante el segundo pagaban sólo el 25%. Los
establecimientos entre 16 y 80 trabajadores abonaban el
50% de las cargas por dos años y los de más de 80 empleados
pagaban el 75%, también por dos años. Un capítulo
especial merecieron las pymes de hasta cinco empleados,
a quienes se les rebajaba un 50% las cargas por todos sus
empleados, aunque se contemplaba la posibilidad de que
la empresa contratase dos trabajadores más, extendiendo
así este grupo al tope a siete. Además, se preveía establecer
montos máximos para el pago de aseguradora de riesgo
de trabajo (ART) en estas microempresas.
Otra iniciativa presente en la Ley 26.940, era la intención
de extender los convenios de corresponsabilidad gremial.
Estos convenios son acordados entre el sindicato y las
asociaciones patronales, y permiten la sustitución de las
cargas patronales normales por un mecanismo sui generis
de pago diferido de una “tarifa sustitutiva, denominada
así porque reemplaza los aportes empresarios. La tarifa
se negocia entre el sindicato y la cámara patronal de cada
sector y se actualiza periódicamente. La tarifa se establece
por la unidad de producción correspondiente a cada
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actividad, por ejemplo, tonelada o quintales, y se paga una
vez terminado el ciclo productivo, cuando el empresario
vende su mercancía. Por tanto, se calcula en función de lo
que produjo en la campaña de ese año, con la posibilidad
de abonarla en cuotas. Este sistema ya era utilizado en
las actividades agropecuarias y se proponía expandirlo a
actividades por fuera del ámbito rural.
En relación a los trabajadores rurales, se sancionó
el Régimen de Trabajo Agrario (Ley 26.727) que
reemplazaba la reglamentación anterior. Esta nueva
norma mantuvo al trabajador rural por fuera de le Ley
de Contrato de Trabajo. Se creó la gura del trabajador
permanente discontinuo, que comprendía a los
trabajadores temporarios que eran contratados por un
mismo empleador de manera consecutiva en más de
una oportunidad para tareas estacionales o cíclicas. Con
esta categoría le correspondían iguales derechos que de
los trabajadores permanentes. Pero a su vez, se habilitó
la posibilidad de que quienes eran empleados bajo la
forma de trabajadores permanentes durante buena parte
del año fueran inscritos bajo esta categoría. Otro punto
destacado fue el reemplazo del Registro Nacional de
Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE) por
el Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores
Agrarios (RENATEA). El nuevo organismo mantenía
las funciones del anterior, pero pasaba a funcionar bajo
la órbita del Ministerio de Trabajo. Estaba compuesto
por cuatro miembros en representación del sindicato
obrero con personería gremial (UATRE) y cuatro de
los empleadores, y en el nuevo esquema se agregaba
autoridades del Ministerio de Trabajo y representantes
de los Ministerios de Economía, Agricultura y Ciencia y
Tecnología. El ente se erige para la scalización laboral
y su principal función consiste en la expedición de la
libreta del trabajador y el control del cumplimiento de las
obligaciones entre las partes.
Distribución de la fuerza de trabajo por
rama económica
La distribución por sectores económicos, como se observa
en el tabla 1, muestra que el grueso de los asalariados, más
de tres cuartos, se ocupa en el sector terciario (75,9%). Solo
un 22,2% se emplea en el sector secundario. La industria
manufacturera ocupa un 13,9%, pero en su interior se
agrupa una gran cantidad de ramas (40 en total). Cada
rama económica dentro de la industria manufacturera
ocupa una pequeña fracción de asalariados: ninguna de
ellas supera el 1,6% del total de ocupados. Alimentación
(1,6%) y Metalurgia (1,5%) lideran el ranking. El resto
no alcanza siquiera al 1% del total de los asalariados. La
Construcción, un 7,4%, siendo uno de los sectores que
presenta una concentración elevada de asalariados en
sí mismo. Por último, un 1% se emplea en actividades
primarias (agropecuarias y extractivas).
Tabla 1. Distribución porcentual de asalariados y porcentaje de PBI
por sector, 2015.
Sectores
Porcentaje
de
asalariados
Porcentaje
de PBI
Act.
Primarias
Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura
y Pesca
0,6
1
6,1
9,9
Explotación de Minas y Canteras 0,5 3,8
Act.
secundarias
Industria Manufacturera 13,9
22,2
16,9
23,7
Suministro de Electricidad, Gas, Vapor y
Aire Acondicionado
0,2
1,4
Suministro De Agua; Alcantarillado,
Gestión de Desechos y Actividades de
Saneamiento
0,6
Construcción 7,4 5,4
Servicios
Comercio al por Mayor y al por Menor;
Reparación de Vehículos Automotores y
Motocicletas
12,9
75,9
16,1
66,3
Transporte y Almacenamiento 6,3
6,4
Información y Comunicación 2,4
Alojamiento y Servicios de Comidas 3,4 2,5
Actividades Financieras y de Seguros 2,4 3,9
Actividades Inmobiliarias 0,2 11,2
Actividades Profesionales, Cientícas y
Técnicas
2,3 0,0
Actividades Administrativas y Servicios
de Apoyo
3,5 0,0
Administración Pública y Defensa;
Planes de Seguro Social Obligatorio
11,9 9,3
Enseñanza 9,9 6,5
Salud Humana y Servicios Sociales 6,3 6,0
Artes, Entretenimiento y Recreación 1,5 0,0
Otras Actividades de Servicios 3,4 3,5
Hogares con servicio doméstico 9,7
0,889
Fuente: medición propia con base en EPH y Cuentas Nacionales,
INDEC.
Si comparamos esta distribución con la que existía durante
los 90 vemos algunas diferencias, como observamos
en la tabla 2. Tomamos como año de referencia 1995, a
mediados del mandato menemista.
Se observa que, trascurridas dos décadas, el trabajo en
actividades primarias mantuvo un peso similar en la
estructura laboral, mientras las actividades secundarias
perdieron peso en favor de las terciarias. En Particular,
la industria manufacturera disminuyó su peso en un
5%, la construcción subió un 2,5%, comercio subió
1%, transporte 2%, actividades inmobiliarias casi 5%, y
servicio doméstico disminuyó 1,3%.
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Tabla 2. Distribución porcentual de asalariados por sector, 1995.
Sectores % de asalariados
Act. Primarias
Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y
Pesca
1,06
1,06
Explotación de Minas y Canteras
Act.
secundarias
Industria Manufacturera
18,92
25,02
Suministro de Electricidad, Gas, Vapor y Aire
Acondicionado
1,22
Suministro De Agua; Alcantarillado, Gestión de
Desechos y Actividades de Saneamiento
Construcción
4,88
Servicios
Comercio al por Mayor y al por Menor;
Reparación de Vehículos Automotores y
Motocicletas 11,89
73,91
Transporte y Almacenamiento
8,44
Alojamiento y Servicios de Comidas
3,37
Actividades Financieras y de Seguros
3,31
Actividades Inmobiliarias
5,15
Administración Pública y Defensa; Planes de
Seguro Social Obligatorio
10,45
Enseñanza
9,52
Salud Humana y Servicios Sociales
6,04
Otras Actividades de Servicios
4,67
Hogares con servicio doméstico
11,07
Fuente: medición propia con base en EPH
La distribución de la fuerza de trabajo no parece guardar
relación con la participación de cada sector en la
producción total, como se ve en la tabla 1. Más bien se
relaciona con el proceso de trabajo que rige en cada rama.
En términos marxistas, los distintos modos de organizar
el proceso de trabajo son las formas que históricamente
el capital ha desarrollado para aumentar la fuerza
productiva del trabajo con el n de obtener un mayor
plusvalor (Marx, 2004). Así, cada actividad económica
va pasando de la cooperación simple a la manufactura y,
por último, a la gran industria. En las dos últimas formas,
la productividad incrementa por la vía de la división
del trabajo y la mecanización, respectivamente. La
manufactura reemplaza a la cooperación simple cuando
el capital divide el trabajo de los artesanos y especializa a
cada uno en una tarea parcial, lo que permite aumentar
la productividad del trabajo. La base técnica de la
manufactura continúa siendo subjetiva, ya que el trabajo
manual persiste. El último cambio que realiza el capital
sobre el proceso de trabajo consiste en la revolución de
los medios de trabajo, mediante la conformación de un
sistema de máquinas que constituye la gran industria. La
base técnica de este proceso de trabajo es objetiva y tiende
a incrementarse la composición orgánica del capital: el
capital constante gana lugar frente al variable. Es decir, los
requerimientos de fuerza de trabajo disminuyen, por lo
que aquellas ramas donde prima la gran industria tienden
a tener una mayor composición orgánica que aquellas
donde prima la manufactura y, por tanto, una menor
cantidad de trabajadores en relación a la producción. Por
ello la cantidad de trabajadores ocupados no depende
exclusivamente de los volúmenes de producción, sino
también de la forma en que se organiza el proceso de
trabajo.
En general, las actividades de la industria urbana suelen
ser más mecanizadas que aquellas del sector servicios,
que merced a su menor mecanización, utilizan una
mayor proporción de fuerza de trabajo. Por el contrario,
las actividades primarias, en especial la principal, la
del cereal y las industriales, tienden a presentar una
mayor composición orgánica del capital, por lo que el
requerimiento de fuerza de trabajo es menor.
En el gráco 1, se observa que el porcentaje de la
producción y del empleo del sector industrial sobre el
total de la economía no siguen una misma evolución. Si
bien ambos tienden a caer, el porcentaje de asalariados
industriales sobre el conjunto de asalariados disminuye
en mayor medida que el porcentaje del PBI industrial
sobre el total del PBI.
Figura 1. Porcentaje de PBI Industrial sobre PBI total y porcentaje
de asalariados industriales sobre el total de asalariados, 1980-2005.
Fuente: elaboración propia con base en EPH y Cuentas Nacionales,
Indec.
Si en el conjunto del período el PBI industrial disminuyó
su participación en un 4,5%, el trabajo industrial lo hizo
en un 11%. Ambas variables siguen una trayectoria
similar durante la década del ochenta, pero a comienzos
de los noventa comienza una caída más pronunciada
del porcentaje de asalariados industriales. Ello podría
explicarse por el proceso que describimos, en el que
el aumento de la productividad determina una menor
proporción de obreros por unidad de producto. Otra
forma de observar este proceso es mediante el índice de
producción física y de obreros ocupados en la industria
(gura 2).
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Figura 2. Índice volumen físico de producción y nivel de ocupación
industrial, 1997-2017, (1997=100).
Fuente: elaboración propia con base en Encuesta Industrial Mensual,
Indec.
Para ejemplicar, se puede observar cómo en la industria
automotriz la incorporación de nuevas tecnologías a
partir de la década del ochenta –como el control numérico
y la robótica- permitió aumentar la productividad del
trabajo (Chudnovsky, 1985; Lazcano, Menendez y Vocos,
1999; Fernández, 1998). Ello supuso un incremento de la
producción a la par de una reducción de la cantidad de
obreros empleados, como se observa en la tabla 3.
Tabla 3. Producción, personal ocupado y autos por obrero, sector
automotriz, 1975 y 2014.
Producción Personal ocupado Autos por obrero
1975 240.036 54.556 4,40
2014 617.329 33.232 18,58
Diferencia 377.293 -21.324 14,18
Diferencia
porcentual
157,18 -39,09 322,21
Fuente: elaboración propia con base en Asociación de Fabricantes de
Automotores (2017)
En un plazo mayor, se observa claramente la evolución
negativa del peso de las actividades industriales en la
estructura ocupacional en relación a otras actividades,
como se observa en la gura 3. Ello muestra que la
disminución relativa de la cantidad de trabajadores
en la industria no parece ser producto de una política
económica especíca, sino una tendencia de largo plazo
que se explica por la forma en se desarrolla la producción
bajo el capitalismo.
Figura 3. Porcentaje de asalariados industriales sobre el total de
asalariados, 1950-2015.
Fuente: medición propia con base en Kennedy (2011) y Cuentas
Nacionales, Indec.
Una segunda distinción general que puede hacerse
en la ocupación por sectores es si se trata del ámbito
privado o estatal. Según la EPH, el 25% de los obreros
son ocupados por el Estado (el censo de 2010 arroja un
porcentaje mayor, del 28%), mientras que el 75%, en el
sector privado. Como se aprecia en la gura 4, durante el
período de los gobiernos kirchneristas, el porcentaje de
asalariados estatales sobre el total de ocupados disminuye
hasta 2007 y luego comienza una trayectoria ascendente,
superando el nivel inicial.
Figura 4. Empleo estatal sobre el total de ocupados: 2003- 2015
Fuente: elaboración propia con base en EPH
El empleo estatal cobra mayor peso en algunas provincias,
donde alcanza porcentajes muy elevados. Por ejemplo,
representa el 36% de los ocupados en Río Gallegos; el
33,5% en Viedma; el 22% en Gran La Plata; y el 24% en
Posadas.
Históricamente, el empleo estatal ha tendido a
incrementarse en la Argentina. En el gráco 5 se observa
cómo se ha incrementado desde un 15% en 1950 al 25%
de 2015, con picos a partir de 1989 que tienden a coincidir
con los períodos de crisis. Ese año se sitúo en un 24% y en
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las décadas siguientes oscila entre 20% y 25%.
Figura 5. Porcentaje de asalariados estatales sobre total de
asalariados, 1950-2015
Fuente: Elaboración propia con base a Banco Central de la República
Argentina (1975) y Fundación de Investigaciones Económicas
Latinoamericanas (2015).
El trabajo no registrado
El trabajo no registrado es un elemento de degradación
de las condiciones contractuales y salariales, además
de una variable de fragmentación del conjunto de los
trabajadores. En el largo plazo se verica una tendencia al
incremento del trabajo no registrado (Ilustración 6).
Figura 6. Tasa anual de empleo no registrado. Total de aglomerados,
1974-2015.
Fuente: Elaboración propia con base en EPH
Observamos un pico en la crisis de 2001, tras la cual
se produce un descenso y se retorna al nivel previo.
En comparación al período 2001-2002, la evolución
posterior muestra una tendencia decreciente, por lo
menos hasta el 2011. Pero a partir de ese año, se produce
un estancamiento en torno al 34%, y solo en 2015 se
observa una caída al 31%. Sin embargo, esta disminución
del empleo no registrado no alcanzó a revertir los niveles
de la década del 90.
Como explicamos, el kirchnerismo buscó reducir el
trabajo no registrado mediante varias iniciativas. Como
vemos en el gráco 7, si se compara el promedio de
trabajo en negro durante los gobiernos kirchneristas con
el promedio de los gobiernos menemistas, encontramos
que se encuentra al mismo nivel. Es decir, se revirtió el
nivel de la crisis de 2001, pero no el incremento previo.
Figura 7. Promedio de trabajo en negro por gobierno, 1976-2015
Fuente: Elaboración propia con base en EPH.
A la par del incremento tendencial del trabajo no
registrado, observamos que la diferencia entre el salario
de los obreros registrados y los no registrados tiende a
aumentar. Es decir que los salarios de los trabajadores no
registrados van descendiendo en relación a los registrados
(gura 8).
Figura 8. Diferencia salarial entre trabajadores registrados y no
registrados en porcentaje, 1974-2015.
Fuente: Elaboración propia con base en EPH-Indec, IPC-GBA e IPC
San Luis.
En 1974 los trabajadores no registrados percibían en
promedio un 34% menos que los registrados, mientras que
en 2015 esa diferencia fue de 51%, es decir que, en cuatro
décadas, la brecha incrementó un 17%. La diferencia
entre el nivel salarial de uno y otro sector fue creciendo de
manera continua con un breve período de descenso entre
1989 y 1994, durante la primera presidencia de Menem.
Durante el kirchnerismo se produce un leve aumento del
3% entre 2003 y 2009 y luego vuelve a descender un 4%
hasta 2015, ubicándose un 1% por debajo de 2003, pero
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aun por encima de los guarismos de la década de los 90.
Esta tendencia muestra que el trabajo no registrado no
solo priva a los trabajadores de aportes a la seguridad
social, sino que los coloca en un nivel salarial por debajo
de los registrados.
El trabajo no registrado se concentra en los
establecimientos de menor tamaño. El 74,3% de los
obreros ocupados se emplea en establecimientos de
hasta 100 trabajadores, como puede verse en la tabla 4.
Es decir que la concentración de trabajadores en grandes
establecimientos no es un fenómeno extendido, si bien
puede observarse una leve tendencia a una mayor
concentración en establecimientos más grandes entre
2004 y 2015.
Tabla 4. Distribución de asalariados por tamaño de establecimiento,
2004 y 2015.
Hasta 10
personas
De 11 a
40
De 41 a
100
Más de
100
TOTAL
2004 52,25 17,90 10,06 19,79 100,00
2015 44,82 18,96 10,61 25,61 100,00
Fuente: elaboración propia con base en EPH-Indec.
Las empresas pequeñas y medianas son las que emplean
un mayor porcentaje de trabajadores no registrados.
Como se ve en la tabla 5, en 2015 el empleo no registrado
se concentró en un 83.9% en establecimientos de entre 1
y 10 empleados. Los guarismos de estos años no se han
modicado signicativamente respecto de los de 2004,
lo que indica que la política que fomentó el registro de
trabajadores destinada especialmente a las pequeñas y
medianas empresas no rindió frutos.
Tabla 5. Distribución de asalariados por tamaño de establecimiento
según condición de registro, en porcentajes, 2004 y 2015.
Hasta 10
personas
De 11 a
40
De 41 a
100
Más
de 100
TOTAL
2004
Registrados 23,90 25,70 16,53 33,86 100,00
No
registrados
84,16 9,12 2,78 3,94 100,00
2015
Registrados 23,95 23,85 14,96 37,23 100,00
No
registrados
83,98 9,78 2,45 3,79 100,00
Fuente: elaboración propia con base en EPH-INDEC.
*La variable descuentos o aportes se reere a las cargas sociales y es
el indicador de trabajo registrado.
Dado que el trabajo no registrado está fuertemente
asociado a la presencia de establecimientos de menor
tamaño, no es casual entonces que las ramas con mayor
porcentaje de trabajo no registrado tengan un porcentaje
elevado de trabajadores ocupados en establecimientos
pequeños y medianos (tabla 6).
Tabla 6. Porcentaje de empleo registrado y no registrado y distribución
por tamaño de establecimiento, ramas seleccionadas, 2015.
Rama
Regis-
trados
No.
regis-
tra-
dos
Tamaño del establecimiento
0.0
De 1
a 10
De 11
a 40
De 41
a 110
De
101 a
500
> 500
Silvicultura,
extracción
de madera y
acvidades
de apoyo.
9.2 90.8 0.0 84.96 15.04 0.0 0.0 0.0
Venta al
por menor
en puestos
móviles y no
realizadas
en endas
n.c.p.
13.8 85.1 0.0 35.59 5.86 2.03 4.71 51.8
Acvida-
des de los
hogares
como em-
pleadores
de personal
domésco.
20.2 79.8 99.25 0.58 0.0 0.0 0.0 0.17
Manteni-
miento y
reparación
de vehículos
automoto-
res, excepto
motocicle-
tas.
27.1 72.9 0.0 86.58 1.68 0.0 0.0 11.74
Fabricación
de vehículos
automo-
tores,
remolques y
semirremol-
ques.
95.9 3.0 0.0 7.04 1.46 6.34 20.59 64.57
Fabricación
de pinturas,
barnices y
productos
de reves-
miento
similares,
ntas de
imprenta y
masilla.
94.0 6.0 0.0 0 5.29 11.76 13.59 69.37
Pompas
fúnebres
y servicios
conexos.
94.7 5.3 0 37.11 20.88 4.58 0.0 37.43
Fabricación
de produc-
tos farma-
céucos,
sustancias
químicas
medicinales
y productos
botánicos.
94.8 5.2 0 4.55 12.78 4.26 38.52 39.89
Fabricación
de papel y
productos
de papel.
89.0 11.0 0 11.96 6.7 24.37 10.72 46.24
Fuente: elaboración propia con base en EPH
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Como ejemplo, una de las actividades con mayor
incidencia de trabajo no registrado es la extracción
de madera (90,8%). Allí el 84,96% de los obreros se
emplean en establecimientos de hasta 10 trabajadores.
Otros sectores con un porcentaje elevado de trabajo no
registrado son Comercio (por ejemplo: ventas minoristas,
85%, y talleres de reparación, 73%) y Gastronomía (con
un promedio del 54%). Ambas ramas se caracterizan por
la presencia de establecimientos pequeños. En Comercio,
por ejemplo, el 51% de los trabajadores se emplea en
establecimientos de hasta 10 obreros y en Gastronomía lo
hace el 48%. En Construcción, el 59% de los trabajadores
se ocupa en obras con menos de diez empleados y el
trabajo no registrado alcanza un 68,3%. Una situación
similar se encuentra en el empleo doméstico, que tiene
un 79,8% de trabajo no registrado.
Por el contrario, las ramas donde hay mayor presencia
de trabajo registrado tienden a ser aquellas donde
existe una mayor concentración de trabajadores, en
establecimientos de mayor tamaño. Por ejemplo, en la
industria manufacturera, encontramos la fabricación
de pinturas con un 94% de empleo registrado y un
82% de trabajadores en establecimientos de más de 100
empleados. La industria manufacturera es un sector que
ha mostrado una mayor concentración de ocupados
en empresas de mayor tamaño (Tabla 7). El análisis de
distribución por tamaño de establecimiento arroja que,
en promedio, se trata de un sector donde se da una gran
concentración en empresas de más de 500 trabajadores,
un 38,44%, y que un 58% se emplea en empresas de más
de 100 empleados. Al interior de este sector, encontramos
ramas de mayor nivel de concentración como elaboración
de productos de tabaco, donde el 95,78% se emplea en
establecimientos de más de 500 trabajadores, y otras de
menor como la fabricación de muebles, donde el 61,75%
se ubica en empresas de hasta 10 trabajadores.
Tabla 7. Distribución porcentual de los trabajadores de la industria
manufacturera, promedio de las 40 ramas, según tamaño del
establecimiento, 2015.
Tamaño del establecimiento Porcentaje
De 1 a 10 19,92
De 11 a 40 15,59
De 41 a 100 6,45
De 101 a 500 19,60
Más de 500 38,44
Fuente: elaboración propia con base a EPH
La curva de los salarios
El nivel salarial constituye la variable más palpable de la
evolución de las condiciones materiales de la clase obrera.
Como observamos en la ilustración 9, existe una tendencia
a la caída del salario real que se verica desde mediados
de la década del 70. Entre 1974 y 2015 el promedio salarial
de los trabajadores ocupados descendió un 47%. Es decir,
se ubica prácticamente en la mitad. Desde comienzos de
los 90, el nivel salarial ha tendido a mantenerse dentro
de una misma franja, con una caía pronunciada entre
1999 y 2003, del 31%, tras lo cual vuelve a recuperarse
lentamente para alcanzar en 2009 el nivel de 1993, el
mayor hasta ese momento. Luego se produce un ascenso
del 10% hasta 2013, tras el cual comienza una nueva caída
del 13% hasta 2015.
Figura 9. Evolución del salario promedio del total de asalariados,
1974-2015
Fuente: elaboración propia con base en EPH-INDEC, IPC-GBA e IPC
San Luis.
Dadas la variabilidad de la evolución salarial durante los
períodos de gobierno, el promedio salarial de cada etapa
nos permite evaluar en qué nivel en términos históricos se
situaron las remuneraciones a los asalariados (ilustración
10). Así, observamos que el gobierno de Alfonsín mantuvo
un nivel similar al de la dictadura militar, mientas los
mandatos de Menem llevaron los salarios un escalón más
abajo. Luego, los gobiernos de De la Rúa y Duhalde lo
hicieron descender aún más. Los gobiernos kirchneristas
recuperaron el nivel salarial, pero lo dejaron levemente
por debajo del nivel del menemismo.
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Figura 10. Promedio salarial del total de asalariados, por gobierno,
1974, 2015.
Fuente: elaboración propia con base en EPH-INDEC, IPC-GBA e IPC
San Luis.
Resulta interesante señalar que aquellos sectores
que tienen peores niveles salariales cuentan con una
participación importante en el total del empleo. Si
tomamos los salarios de 2015, según la EPH, vemos que
los peores salarios se encuentran en Servicio doméstico
($1.964), Gastronomía ($4.118) y Construcción ($4.297).
La precarización contractual
Otra vía de degradación de las condiciones laborales
es el contrato por tiempo determinado, que representa
el 9% del total de los asalariados en 2015. Este tipo de
contrato implica una situación de estabilidad laboral más
precaria respecto al contrato por tiempo indenido, que
supone además el pago de una indemnización en caso de
que el empleador decida extinguirlo. Es por este motivo
que describimos el proceso de aumento de este tipo de
contratos como precarización contractual.
En servicios de expendio de comidas y bebidas en
puestos ambulantes, construcción y en cultivos agrícolas
es donde mayor porcentaje hay de contratos por tiempo
determinado (46%, 36% y 38% respectivamente), por las
características de estas ramas (tabla 8). Pero este tipo de
contratación también tiene una incidencia alta en otras
ramas como fabricación de calzado (19%), recolección
de residuos (20%), consultorías de gestión empresarial
(21%), veterinaria (21%), entre otras. El sector agrícola
cuenta con una cantidad muy alta de trabajadores
temporarios, por la naturaleza de la actividad. Si se toman
los trabajadores registrados en la Seguridad Social, el 68%
corresponde a trabajadores permanentes, el 17% es no
permanente, el 14% de temporada. Los trabajadores no
permanentes se concentran en las actividades de cultivo
de cereales (15%), cultivo de tabaco (11%) y servicios
agrícolas (11%). Los convenios de corresponsabilidad
gremial han cobrado cierta importancia en el cultivo de
vid, abarcando el 9,3% de los trabajadores registrados y
en la actividad forestal, donde alcanzó al 9,6%. En menor
medida se encuentra en el cultivo de algodón (4%). Ello
no parece haber repercutido positivamente en los niveles
de empleo no registrado.
Tabla 8. Porcentaje de contratos por tiempo determinado e
indeterminado, ramas seleccionadas, 2015.
Contrato tiempo
determinado
Contrato tiempo
indeterminado
Construcción 36,77% 54,23%
Cultivos agrícolas 38,72% 51,24%
Fabricación de componentes
electrónicos
14,11% 85,89%
Administración pública 10,28% 84,49%
Fuente: elaboración propia con base en EPH
El empleo estatal ha sido un sector donde el crecimiento
del empleo tuvo como base la expansión de los contratos
a término y otros tipos de contratación precaria. Además
del régimen de planta permanente, en el Estado existen
otras modalidades de contratación como la planta
transitoria, pasantías, becas, contratos de locación de
servicio, de obra, con organismos internacionales, con
universidades o fundaciones. En este sentido, durante la
década kirchnerista se observa un aumento exponencial
de los llamados contratados, es decir aquellos que no
cuentan con estabilidad laboral. Por ejemplo, bajo la
órbita del Poder Ejecutivo Nacional, el empleo público
pasó de 241.383 trabajadores en el 2003 a 366.365
en 2015, un aumento del 51,78%. De este total, los
trabajadores de planta permanente y transitoria pasaron
de 226.250 a 297.365 constituyendo un aumento del
31,43%; mientras que, los contratados aumentaron de
15.133 a 69.000, es decir, un crecimiento del 355%. Con
esta somera muestra se dimensiona el crecimiento de
esta forma precaria de trabajo. En el seno de los estatales
precarizados podemos distinguir, además, a quienes son
empleados bajo la ley de pasantías y a los monotributistas.
En el caso de los pasantes, no se abonan salarios sino una
asignación estímulo” ya que se considera que la pasantía
educativa no origina ningún tipo de relación laboral
entre el pasante y la empresa u organización en la que
se realiza (Ley 26.427). De este modo, se utiliza fuerza
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de trabajo sin realizar las contraprestaciones comunes
a los trabajadores que realizan la misma actividad y se
cercena el derecho a la sindicalización. La contratación
de monotributistas supone que el Estado los emplea para
la realización de un “servicio, aunque muchas veces se
trata de una relación de dependencia encubierta. Este
tipo de contrato que se supone “independiente” exime al
Estado de la responsabilidad de garantizar la estabilidad
laboral. El 7% de los trabajadores no percibió descuentos
jubilatorios durante el año 2014. Ese porcentaje
comprende a los monotributistas, ya que su carácter de
trabajador independiente implica, entre otras cosas, que
el Estado no realice aportes previsionales. Pero cuando
clasicamos a ese segmento entre los que realizan aportes
propios y los que no, encontramos que de ese 7% sólo
el 44% declara aportar por su cuenta. El 56% restante
constituiría trabajo no registrado dentro del Estado.
La evolución de las formas de contratación de las últimas
décadas (ilustración 11) en el conjunto de la economía,
muestra que la cantidad de asalariados con contrato por
tiempo indeterminado tiende a disminuir, es decir que las
formas contractuales precarias tienden a elevarse.
Figura 11. Porcentaje de asalariados con contrato por tiempo
indeterminado sobre el total de asalariados*, 1995-2015.
Fuente: elaboración propia con base en EPH.
* Se tomó la medición de esta variable, dado que hay un porcentaje
importante de casos sin datos, dadas las dicultades que tiene la
Encuesta Permanente de Hogares para captar situaciones
contractuales que no implican un contrato por tiempo indeterminado.
Se observa una caída importante entre 2003 y 2004,
cuando pasa del 80,9% de 2002 a 68,7% en 2003 y 65,5%
en 2004. Es decir que desciende un 15% en dos años.
Luego comienza un leve ascenso que no recupera el nivel
previo a la caída. Así, en 2015 se ubica en un 77,4%.
Evolución de la tasa de aliación sindical
Otro aspecto a tener en cuenta para evaluar la situación
laboral es la tasa de aliación sindical, que muestra el
nivel de organización gremial de los trabajadores. El
último dato disponible es de la Encuesta del Ministerio
de Trabajo de 2008 (tabla 9) y muestra que la cantidad
de aliados a sindicatos representa solo el 37,7% de los
trabajadores. Los sectores con mayor tasa de aliación son
transporte, almacenaje y comunicación, que pertenecen
al gremio de camioneros, y construcción, con un 49,2% y
47,3% respectivamente. Los gremios industriales (45,2%),
comercio y gastronomía siguen en importancia (42,3%).
Con menor porcentaje se encuentran los servicios
nancieros (25,4%).
Tabla 9. Porcentaje de aliación sindical por rama (2008)
Industria manufacturera 45,2
Construcción 47,3
Comercio, restaurantes y hoteles 42,3
Transporte, almacenaje y comunicaciones 49,2
Servicios nancieros y a las empresas 25,4
Servicios comunales, sociales y personales 24,3
Total 37,7
Fuente: encuesta del Ministerio de Trabajo.
Si se compara históricamente, la tasa de aliación bajo
el kirchnerismo se recuperó respecto a nes de los
noventa, pero no superó la existente hasta mediados de
esa década. En el 2000 esta tasa era de 31,7%, pero en
1995, del 38,7% y, si analizamos el largo plazo, en 1974,
fue del 43%. Según distintas mediciones (tabla 10),
durante el kirchnerismo nos encontraríamos en niveles
históricos de sindicalización bajos, a pesar del discurso
de la “revitalización sindical. Las mediciones históricas
que se han podido recopilar dan los siguientes resultados:
Tabla 10. Estimaciones de tasa de aliación sindical, 1954-2008
Año Medición 1 Medición 2
1954 48%
1963 40%
1974 43%
1979 42%
1982 41%
1985 67,5
1989 44%
1990 65,6
1995 38,7
2000 31,7
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2005 37
2006 39,7
2008 37
Fuente:
Medición 1: Orsatti y Lamadrid (1999)
Medición 2: Senén, Trajtemberg, y Medwid (2010)
El empleo no registrado y el empleo en pymes explican
parte del problema, pero la baja aliación es registrada
en las empresas más grandes, con mayor presencia del
empleo registrado. A su vez, en el interior del país la tasa
de aliación tiende a ser mayor: 44% contra el 35,8% en
el Gran Buenos Aires (GBA). Otro dato que muestra el
bajo nivel de organización sindical, al menos en el sector
privado, es la presencia de delegados: solo el 14,2% de las
empresas cuenta con al menos un delegado gremial. Si se
contabiliza la cantidad de obreros que se encuentran en
empresas con representación gremial, se obtiene el 39%.
Es decir que hay cierta relación entre los obreros que se
alian y aquellos que tienen representación sindical en su
lugar de trabajo.
Conclusiones
El Kirchnerismo ha implementado una serie de políticas
laborales que intentaron modicar la estructura del
mercado de trabajo. En especial, a disminuir el porcentaje
de trabajo no registrado, tanto en el ámbito urbano como
en el rural, prestando especial atención a las pymes. El
análisis estadístico permitió abordar una serie de aspectos
acerca de la estructura de la clase obrera argentina luego
de los gobiernos kirchneristas. En primer lugar, la mayor
parte de la clase obrera se emplea en el sector terciario,
en especial el relacionado con los servicios. La industria
manufacturera, en cambio, emplea un porcentaje menor,
aunque ella se subdivide en un número elevado de ramas,
y cada una de ellas emplea un porcentaje minúsculo del
total de asalariados. Es de destacar que un porcentaje
importante de trabajadores se encuentra en el sector de
la construcción y en el empleo doméstico. Se trata de
sectores con un elevado índice de informalidad laboral
y de contratos por tiempo determinado. A ello se debería
sumarle que se encuentran entre los sectores peores pagos.
Otro dato destacable es la cantidad de trabajadores
empleados por el Estado. Se trata del 22% del total,
contabilizando los trabajadores de diferentes ramas.
En cuanto al empleo en administración pública
exclusivamente, se observa un porcentaje elevado, que
en algunas provincias alcanza niveles por encima del
25%, es decir, más de un cuarto de la población, lo cual
resulta un dato sumamente llamativo, pero que da cuenta
sobre cómo el empleo estatal parece haber crecido como
forma de absorber a aquellas fracciones desocupadas y
mantenerlas encubiertas como sobrepoblación relativa
latente (Kabat, 2009).
En cuanto al sector agrario, a pesar de su importancia
económica, emplea un porcentaje pequeño de
trabajadores. Una característica del empleo agrario es la
precariedad de las condiciones de los trabajadores, tanto
por la presencia del trabajo no registrado como de las
formas temporales de contratación. Como mencionamos,
la estructura ocupacional no guarda relación directa con
la estructura productiva, dado que el nivel de ocupación
no solo está determinado por la cantidad de producción,
sino por cómo se realiza la misma, particularmente
por el proceso de trabajo. Como ejemplo, la industria
manufacturera muestra que el aumento de la producción
no va necesariamente acompañado del aumento de
la ocupación en el sector, e incluso puede implicar su
disminución cuando se aumenta la productividad. Así,
vemos que el descenso histórico que sufrió el sector
manufacturero en la estructura ocupacional no se
explicaría por una disminución de la producción, sino
que deben tenerse en cuenta los cambios productivos.
Hemos visto cómo existe una tendencia histórica al
aumento del trabajo no registrado y cómo la misma no
se ha revertido durante los gobiernos kirchneristas. Otro
aspecto relevante que exploramos es la relación entre el
trabajo no registrado y el tamaño de los establecimientos.
Es decir, en qué medida el empleo en las llamadas pymes
es responsable de la alta tasa de empleo no registrado.
Efectivamente, lo que encontramos es que las pymes son
responsables por la mayor parte del trabajo en la Argentina.
Incluso en aquellas ramas con un menor nivel de
centralización de capital son aquellas donde encontramos
mayores índices de trabajo no registrado. Este dato indica
que la subsistencia de las pequeñas y medianas empresas
depende en gran medida de la disminución sus costos
laborales por la vía del empleo no registrado, lo cual les
permite también no cumplir con la legislación laboral ni
los convenios colectivos. Ello puede vericarse también
al comparar la diferencia salarial entre los trabajadores
registrados y los no registrados, que tiende a aumentar.
El nivel salarial muestra, en consonancia con otras
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variables, una tendencia histórica al deterioro. Durante
el período de los gobiernos kirchneristas se observa
una recuperación respecto de la caída inmediatamente
anterior producida por la crisis de 2001, que ubica a los
salarios levemente por debajo del nivel de la década del
90. Pero hacia el nal del período se produce una nueva
caída.
Un último aspecto que se aborda es la tasa de aliación.
Durante los últimos doce años no se ha revertido la
tendencia descendente de la misma, a pesar del discurso
sobre la revitalización sindical. Explicar esta tendencia
requeriría una indagación particular, pero es importante
señalar que no se trata de una tendencia propia de
Argentina, sino que se repite a nivel mundial (Visser,
2015).
Sin embargo, resulta un dato signicativo que frente a la
degradación de las condiciones laborales, la clase obrera
ocupada no recurra a los sindicatos como forma de
organización. Estos datos ponen en cuestión la imagen
que presenta a las políticas de trabajo de los gobiernos
kichneristas como responsabilidad de una recuperación
de la calidad del empleo y del protagonismo de los
sindicatos. Por el contrario, consideramos que las mismas
no han revertido tendencias de más largo plazo que operan
en la Argentina y que conllevan una mayor fragmentación
de la clase obrera y precariedad del empleo.
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